Que no falte nada
Que no falte nada es la gran preocupación de cualquiera al hacer la maleta, ir de compras, redactar un texto, preparar un banquete o elaborar un plan. También, por supuesto, es importante que no falte nada en la escena del crimen, en el Código Penal, en un equipo de fútbol, en el armario ropero y, cómo no, en la vida privada. Este exagerado afán de que nada falte es fundamental en los discursos políticos, la ciencia, el comercio y las relaciones sentimentales, ya que desafortunadamente, a la gente siempre la falta algo. Y no sólo a la gente, a todo le falta algo. A la propia realidad, me temo. Esto lo sé porque ya de jovencito y en los exámenes del colegio, los profesores me señalaban más lo que no había dicho, con cierto reproche, que lo que dije. Ahí descubrí que hasta en la más brillante exposición siempre falta algo, y ese algo, mira por dónde, brilla intensamente por su ausencia. Pese a lo cual, aunque la sensación de «aquí falta algo» es muy intensa, y hasta el más torpe la percibe, es muy difícil medir y analizar eso que falta en cualquier asunto o sistema. Según el talante y exigencia del observador. Para los más pesimistas y cenizos, falta todo; para los moderados, podría haber algo más. A los indolentes, lo digo por experiencia, parece darles lo mismo, aunque la procesión vaya por dentro, indolentemente. Nadie está libre de la manía de que no falte nada. Y desde luego, siempre se polemiza más sobre lo que falta que sobre lo que sobra, que es el gran azote de la humanidad. Lo que sobra sí que es abrumador. Planetas, galaxias, vacío, microbios, historias, ideas, tonterías. Y en tanto nos aplasta lo que sobra, ahí estamos atormentados buscando lo que falta. La ruina de todos los Gobiernos, pero también de los sabios. Que no falte nada, algo imposible. ¿Y esa imposibilidad es demostrable matemáticamente? Lo es, y ya la demostró en 1931 el lógico matemático Kurt Gödel en su teoría de la incompletitud. Todo sistema, o es incompleto (no tiene todo lo que debería tener) o es inconsistente. Mejor que sea incompleto, inacabado. Lo completo suele ser una monstruosidad inconsistente, viscosa. Mejor que falte y no que sobre. Pero a este párrafo le falta algo.
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