Activismo electoral
DIJO el otro día Francina Armengol que está «a disposición» del PSIB para volver a ser candidata. O sea: está decidida, está decidido. La revancha ansiada por la socialista. En la noche de su derrota en mayo de 2023 ya se conjuró consigo misma y sus etcéteras para vengarse. Que la liberal le arrebatara el tercer mandato consecutivo que consideraba tener casi en la mano fue un golpe que quiere devolverle. Nunca flaqueó en su voluntad de restituirse en la presidencia. Quizá hace un año se le oscureció por lo de sus mascarillas social koldistas, porque según cómo hubiera ido lo de la corrupción del PSOE federal las salpicaduras podrían haberle impedido el intento de regreso al futuro pasado. Pero su deseo nunca zozobró. Ahora debe considerar conjurado el peligro, a pesar de seguir sin dar explicación alguna a su actitud de obediencia indebida al urdidor. Si no hay más nubarrones el recuerdo de aquellas tristes jornadas no empañarán su ansia. Será candidata. Lo es. Así la aclamarán en el congreso socialista regional en marzo. Y faltan aún casi 28 meses para ir a urnas. Ninguno de sus antecesores en las respectivas felices vueltas de la capital –Jaume Matas en 2003 y Francesc Antich en 2007– lo anunciaron tan pronto.
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