Jaime Vázquez
Jaime Vázquez

Periodista

Narrativa

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Narrativa es un género literario. Así lo definen los diccionarios al uso. Así lo confirma la historia de la literatura. La narrativa tiene subgéneros, formas, estilos y muchas otras cosas que la convierten en un sistema de comunicación en el que la escritura es su principal soporte y en el que la prosa es su primera manifestación. Recuerdo el manual de Mieke Bal, Teoría de la Narrativa. Una introducción a la narratología. Es un clásico en el que muchos descubrimos el placer que produce el arte de la escritura. De la escritura, repito. Porque sin la escritura, la lectura no existe.

Narrativa es una palabra que se ha puesto de moda, como esas que se convierten en modismos, muletillas del lenguaje, formulas lingüísticas de relleno, expresiones aparentes, antojos figurativos del idioma. Mis colegas periodistas se pasan el día hablando de la narrativa de una película, de la narrativa de un accidente, de la narrativa de un juicio. Es como si, de pronto, todo se hubiese convertido en narrativa. Como si formásemos parte de la gran novela del mundo, que diría Calderón, o de un cuento maravilloso, que dirían los hermanos Grimm.

Esta semana, sin ir más lejos, muchos medios de comunicación titulaban sus noticias: El triunfo de la narrativa de Donald Trump; la construcción narrativa de Pedro Sánchez; las narrativas de la decisión de Marga Prohens. Por la calle, gente trajeada habla de la narrativa sanitaria, la narrativa de movilidad, la narrativa política. En el bar se habla de la narrativa de un partido de fútbol, de la narrativa del examen de matemáticas. Todo se ha vuelto narrativa, hasta la propia vida. El caso es que en la narrativa -incluida la narrativa la histórica-, las personas se convierten en personajes. Ahí está la diferencia entre la narrativa y la vida: No somos personajes, somos personas.