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Bajo el lema «España en libertad» el Gobierno de Sánchez ha anunciado la celebración de cien eventos para conmemorar los 50 años del fallecimiento de Francisco Franco. Partimos con toda seguridad, que la mayoría de españoles no queremos una dictadura.

Les ruego que hagan un ejercicio mental en el tiempo para situarse y ambientarse en el año 1931 y siguientes, con su situación social, laboral, económica, política, costumbres y también comparándola con lo que ocurría entonces en diferentes países europeos. Ahora les pregunto, que hubieran hecho ustedes en los años 1934, 1936, 1939 y 1975, que hubieran votado o de que forma se hubieran involucrado.

Ochenta años separan a dos autócratas, Francisco Franco y Pedro Sánchez desde que fueron nombrados jefe de gobierno. Uno al inicio de una guerra civil tras el fracaso de la II República, otro tras una moción de censura trampa en el Congreso de los diputados que provocó la huida del entonces presidente de gobierno M. Rajoy.

Hablemos de Franco. Para unos el franquismo fue una buena época para España, en la que se superaron gravísimos problemas históricos que habían conducido a varias guerras civiles en el siglo XIX y a otra en el XX. Política, económica y culturalmente, no ha habido época de más desarrollo en muchos años, incluso creó las condiciones para una democracia no convulsa, algo que los liberales y demócratas tradicionales en España difícilmente habrían conseguido. Todavía estamos viviendo en paz de sus rentas. En 1975 España era la décima potencia económica mundial.

Para otros el régimen que se instaura en abril de 1939 supone una larga y abrupta ruptura no solo con el pasado inmediato sino también con una trayectoria de parlamentarismo y liberalismo. Acabada la guerra, el general instauró una dictadura semi fascista, que incorporó una influencia clara de los totalitarismos alemán e italiano en campos como las relaciones laborales, la política económica autárquica, la estética, el uso de los símbolos o el unipartidismo. En sus últimos estertores, el régimen transitó más próximo a las dictaduras desarrollistas, aunque siempre conservó rasgos fascistas vestigiales, caracterizado por la ausencia de una ideología claramente definida más allá de su proclamado nacional catolicismo y anticomunismo.

Hablemos de Pedro Sánchez. Para unos es un gran líder progresista que ejerce un claro liderazgo en temas relacionados con el cambio climático, la cultura de género, los derechos lgtbi, la preocupación por los más vulnerables, por los que más necesitan educación, sanidad y ayuda a la dependencia, por los niños y ancianos, por los más endeudados, por los inmigrantes que llegan a España. Posiblemente para los partidos en coalición que le apoyan para gobernar, es simplemente un presidente de gobierno del que pueden sacar rédito.

Para otros, Sánchez ha conseguido eliminar políticamente a todo aquel que pudiera hacerle la más mínima sombra en el partido para moldearlo a su antojo. La primera característica definitoria del sanchismo es su control de los medios de comunicación. La segunda característica sería limitar, por no hablar de claro menosprecio, los derechos fundamentales de los ciudadanos. En cuanto a la política exterior, el sanchismo pasa por la asunción de cualquier política contraria a los intereses españoles sin siquiera pasar por el legislativo. Por último, el que puede que sea el rasgo más distintivo del sanchismo pase por el control de todas las instituciones estatales, de los medios de comunicación, el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Constitucional, el Banco de España, el Instituto Nacional de Estadística, el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía tienen que ser correas de transmisión del partido. Desde que gobierna ha fragilizado el Estado de tal manera que ha sido incapaz de hacer frente a una tragedia nacional como la DANA.

Comparemos ambos dictadores. Uno del año 1937-1975 y otro de ahora. ¿Quién llevó un país tras una terrible guerra civil a la puerta de la democracia siendo la décima potencia económica mundial? ¿Quién desde una democracia nos lleva a una dictadura de corte bolivariano?¿ A cual de los dos dictadores calificaría usted con peor nota?

Recientemente un buen articulista y antiguo alcalde de Palma, Ramón Aguiló nos dice que celebrar la muerte de Franco ahora no tiene nada que ver con la apertura de una etapa venturosa para los españoles, es mera propaganda de un necrófago que se alimenta de un muerto, que persigue con todas las repugnantes maniobras para la escapada hacia la nada de un autócrata que solo despierta animadversión. El deterioro del sistema político parece no tener fin.