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En las profundidades del olvido, allí donde la oscuridad lo ciega todo, se encuentra la memoria de las hermanas Mas Mas. Murieron en un bombardeo republicano en la plaza Progreso de Palma y jamás han sido reconocidas ni dignificadas. Nuestra democracia las ha enterrado bajo una losa de cinismo. Hoy vamos a recuperar su nombre para que no se borre de la Historia.

La última semana de mayo de 1937 Palma sufriría los mayores bombardeos de toda la guerra. Los aviones aparecieron cuatro días y, jugando con el factor sorpresa, causaron un récord de víctimas. La técnica era volar muy alto para luego caer planeando sin hacer apenas ruido. Así los centinelas no tocaban la alarma a tiempo.

Uno de los peores días fue el miércoles 26 de mayo. A las 7.30 de la mañana cinco aviones cayeron sobre la capital. Entraron por la bahía y lanzaron numerosas bombas de 100 kilos. Primero castigaron el puerto y luego es Jonquet, Santa Catalina, Son Espanyolet y Son Pisà. La población corrió a los refugios, pero no todos llegaron a tiempo. Según publicó Última Hora, «resultaron destruidas algunas pequeñas casas de humildes familias de obreros». El balance fue de 10 muertos y 24 heridos.
La prensa publicó que habían aparecido tres cadáveres sin identificar. Ahora, casi 90 años después, podemos publicar por primera vez sus nombres. Las hermanas Catalina y Ana Mas Mas murieron cuando una de las bombas cayó sobre su casa en la calle Dameto, número 17, junto a plaza Progreso (detrás de la gasolinera). La primera tenía 68 años y se dedicaba a bordar. La segunda tenía 62 años y tres hijos.

En el llamado Mollet (actual Club Náutico) apareció otro cuerpo anónimo. Era el pescador Guillermo Rigo Mir, de 31 años, casado y con dos hijos. Ninguna de estas tres personas fue reconocida en la dictadura porque no aparecen en el listado oficial de caídos. Me gustaría contactar con sus familiares.
La prensa sí identificó a otro de los muertos del puerto: el soldado de Infantería de Marina Pedro Rubert Moyá. La metralla le destrozó las piernas. Ingresó grave en el hospital militar y murió a las pocas horas. Su entierro se convirtió en una masiva manifestación de duelo. Él sí que está incluido en el listado oficial de caídos por Dios y por España.

En el puerto también murieron seis militares italianos porque una de las bombas cayó justo en la cámara de oficiales de su barco, el Barletta. Eran el capitán Carlo Battaglia, de 43 años, los tenientes Angeli Angelo (28 años), Nicola Spigonardi (36) y Carlo Natalicchio (35), el subteniente Cesare Picca (37) y el guardiamarina Ennio Penko (22). Todos fueron enterrados con honores en el mausoleo italiano que todavía existe en la entrada principal del cementerio de Palma.

A pesar de que la actual ley de memoria democrática de Baleares dice que hay que recuperar y dignificar a las víctimas de los bombardeos, las hermanas Mas y el pescador Guillermo Rigo no tienen libro, documental, homenaje o placa que los recuerde. El gobierno de Francina Armengol invirtió millones de euros en memoria y nunca movió un dedo por ellos ni por los más de cien mallorquines (34 de ellos mujeres) asesinados en los ataques aéreos republicanos. Ya saben ustedes por qué.