Elogio de la Liturgia

TW
0

Es impresionante el ver cómo la Iglesia, a lo largo de la historia se esforzó en realizar la organización del culto divino que denominó Liturgia, del griego ‘leiton’ pública, y ‘ergon’ acción, palabra que evoca la experiencia de la salmodia bíblica: una experiencia íntima del salmista, que después se transformó en rezo de la comunidad. La Liturgia nos coloca en un mundo maravilloso en el que el presente se confunde con el pasado y en el que cada paso o momento de la vida y doctrina de Jesús que celebramos incluye todos los otros momentos, en cada parte está el todo. La sucesión del año litúrgico nos envuelve, sin darnos cuenta, en una experiencia personal y al mismo tiempo transcendente. A pesar de que estamos ya metidos en el tiempo llamado ordinario, todavía se oye el eco de las palabras que escuchábamos del prólogo del evangelio de San Juan: «La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre. Vino a su casa y los suyos no la recibieron, pero a cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios. Y la Palabra se hizo carne». Ha llegado la hora de la reevangelización, empezando por el primer anuncio: Jesús es el Señor.