TW
0

Si el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, quiere mantener alguna esperanza de llegar a vivir en la Moncloa tiene que rehacer los puentes con Vox. Ya está en ello. Es su único camino razonable. El PSOE de Pedro Sánchez nunca va a querer pactar con él para gobernar, pues hace esencia de su quehacer político mantener a los conservadores en la oposición a través del pacto con todos los que están de acuerdo en esto, aunque sólo sea en esto. Así que si el PP quiere el poder no tiene más remedio que hacer igual pero a la inversa: pactar cómo sea con la ultraderecha. Lo de acuerdos entre socialdemocracia y derecha democrática, como pasa en otros países, en España es una quimera.   

Y es una fantasía –que el PP acarició, con lógico deseo– suponer que Vox será como Ciudadanos. No, no va a desaparecer. Es parte de una nueva corriente sociopolítica profunda que al igual que en otros países occidentales está ya enraizada. Tiene menos fuerza que en otros sitios, pero no se desvanecerá. Y por tanto el PP tendrá que asumirlo. Puede trabajar con la ilusión de llegar a mayorías absolutas, pero a la vista del comportamiento electoral de los últimos años no es muy probable que las consiga por todo. Puede haber excepciones –Galicia, ahora Andalucía...– pero es difícil imaginar que sea la norma. Y menos todavía en las elecciones generales. Así que tendrá pactar con Vox y asumir algunos de sus puntos ideológicos más característicos a la vez que aceptar el ataque masivo de la izquierda. Pero es que o contenta a ésta y no gobierna o se pliega parcialmente a la ultraderecha para conseguir el poder. No hay más.

En Balears pasa igual. Y como por todo el PP ya vuelve a virar poniendo otra vez rumbo a los ultras. El Govern los corteja de nuevo manteniendo el plan de Vox de segregación por idioma en las aulas y reconociendo en público, como dijo el otro día el portavoz Antoni Costa, que con los mismos que hace mes y medio decía que era imposible entenderse vuelven a ser hoy ‘socios preferentes’. Y volverán a negociar con ellos los presupuestos. Como pasa en Valencia, Extremadura… Madrid ordena.