Creo haber descubierto la razón del extraño comportamiento de algunas personas. Me refiero tanto a amigos o conocidos como a ciertos articulistas y comentaristas de la cosa pública que, privada o públicamente, adoptan posiciones ambiguas, ni fu ni fa, sí pero no, ante lo que está pasando, ya sea en nuestras propias narices, en el reino de España e incluso –atención– en el ámbito internacional. Me tenía muy intrigado que asuntos que nos atañen muy de cerca –por ejemplo, el escándalo de la subida de la cesta de la compra o la progresiva transformación del socialismo obrero y español de toda la vida en una estructura vertical, autoritaria– sean tratados con un cuidado y delicadeza propios de quien maneja tarros de nitroglicerina. He llegado a pensar que estábamos ante una actitud muy generalizada que podría definirse como «ambigüedad maligna» por no referirme a una hipocresía de naturaleza jesuítica.
Ambigüedad maligna
12/01/25 4:00
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3 comentarios
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Lo alarmante era q se vendieran joyas con un baño de oro haciendo creer q eran de oro macizo.
El Decreto de la Alhambra debería revisarse nuevamente, esto es vital para la integridad de la nación.
Tranquilo, Miguel. Los jóvenes pasan de este buenismo, no son tontos. Escucha reguetón y ven a Topuria (qué le vamos a hacer!). Y lo hacen incluso los universitarios.