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Cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que busca visibilizar y combatir una lacra que afecta a miles de mujeres en todo el mundo. Sin embargo, desde Vox, consideramos necesario reflexionar sobre cómo esta lucha legítima se ha desvirtuado en España, convirtiéndose en una herramienta ideológica que fractura nuestra sociedad y discrimina a determinados sectores de la población.

En primer lugar, es innegable que toda violencia merece ser condenada y combatida sin reservas. Pero reducir el problema exclusivamente a un enfrentamiento de géneros, como plantea la ideología de género promovida por el feminismo radical, es una simplificación peligrosa. Esta visión ha generado una legislación desequilibrada, como la Ley de Violencia de Género, que discrimina a los hombres por el simple hecho de serlo, vulnerando principios fundamentales como la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia.

Además, el discurso oficial del 25N ignora otras formas de violencia que existen en nuestra sociedad. Por ejemplo, la violencia intrafamiliar, que afecta a niños, ancianos y hombres, queda relegada a un segundo plano. Desde Vox, defendemos que cualquier víctima merece la misma atención y protección, sin importar su género, edad o parentesco con el agresor. No se trata de competir por visibilizar una u otra forma de violencia, sino de construir una política integral que abarque todas las realidades.

Por otro lado, las millonarias partidas presupuestarias destinadas a campañas de sensibilización y subvenciones a organizaciones feministas generan dudas sobre su eficacia real. ¿Se están resolviendo los problemas o perpetuando un aparato burocrático que vive de la perpetuación del conflicto? La falta de transparencia y de evaluación rigurosa de estos fondos debería alarmarnos a todos.

Finalmente, el 25N ha sido utilizado como una fecha para dividir en lugar de unir. Quienes nos atrevemos a cuestionar los dogmas del feminismo oficial somos rápidamente etiquetados como negacionistas o cómplices de la violencia. Esta demonización del debate es inaceptable en una sociedad democrática. Defender una visión diferente no implica negar el problema, sino buscar soluciones más justas y equilibradas.

Desde Vox, abogamos por una verdadera lucha contra la violencia, basada en la igualdad y la justicia. Creemos que es hora de desmontar las estructuras ideológicas que han monopolizado el discurso y de construir una política que atienda a todas las víctimas sin distinciones. Porque la violencia no tiene género y la solución no debería tener ideología.