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El presidente del PP se ha comprometido a realizar una auditoría de las cuentas que dejará Pedro Sánchez, si gana las elecciones y gobierna España. Sin duda es una excelente idea, porque realmente no se sabe con certeza cuál es el estado de las cuentas. Ya pasó con los anteriores presidentes socialistas. Como dijo en su día Cristóbal Montoro, entonces ministro de Hacienda, cuando se le preguntaba por ello no había nada debajo de las alfombras, porque sencillamente no había ni alfombras.

Ahora, además la cuestión se complica con los fondos europeos hasta el punto de que vino a España una comisión del Parlamento Europeo a investigar sobre ello y se fue con las manos vacías. De hecho, de los 31.000 millones recibidos hasta el momento no llegan ni a 10.000 millones los ejecutados y no tenemos ni idea ni a quién se les han dado ni para qué.

El trabajo desde luego va ser duro, pero no debería quedarse ahí Nuñez Feijóo. España necesita, como hizo en su momento José Barea, empezar de cero. Poner el presupuesto de las Administraciones Públicas y de la Seguridad Social, por supuesto, patas arriba y eliminar todo gasto inútil e ineficiente. Ya he recordado muchas veces que tanto la AIReF, cuando la presidía el actual ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, como el IEE han realizado estudios sobre este particular y en ambos casos la cifra de gasto improductivo se eleva hasta los 50.000-60.000 millones sin dañar el necesario para mantener el estado del bienestar.

Una de las cosas que con más precisión hay que auditar es el empleo público. No ha dejado de crecer y, sin embargo, nunca han funcionado tan mal los servicios públicos. Hoy, darte de alta como jubilado te puede llevar varios meses; es casi un milagro encontrar cita en el SEPE o en la Seguridad Social; Correos, si fuera una empresa privada, estaría en quiebra, la atención médica deja mucho que desear en casi todas las Comunidades Autónomas y así suma y sigue.