TW
2

Justo cuando Ciudadanos decide no presentarse a las elecciones generales del 23 de julio, aparece el nuevo partido de Macarena Olona, exdiputada de Vox. No es precisamente que lo reclamase la ciudadanía, ya que los electores tienen más de 20 partidos entre los que elegir.

Aparte del narcisismo, sobre el que ya volveremos, el partido vive de la moda de la transversalidad, en la que también se apoya Yolanda Díaz, partiendo de supuestos políticos bien diferentes.

Pero hablábamos de la desaparición de Ciudadanos, un partido con implantación territorial y cuadros bregados en política que, si carece de algo, aparte de votantes, es de financiación, ya que se le han cerrado los créditos visto el resultado electoral y ha dejado de recibir las subvenciones que le daba el tener cargos públicos.

El baño de realidad de Ciudadanos, de dejar de arrastrarse por las mesas electorales, contrasta con el insensato optimismo del nuevo partido que se llama Caminando Juntos. Por no tener, carece de estructura territorial para no presentarse más que en algunas provincias, y su único rostro conocido es el de su fundadora.

Lo más inquietante, con todo, es lo de la financiación, ya que un partido político es un juguete muy caro. Y está bien decir que sus gastos los van a sufragar quienes simpaticen con sus siglas, personal que aún está por conocer y que se presta a todo tipo de suposiciones malévolas.
O sea, que menos lobos de multipartidismo y más realidad de egos desaforados que se inventan formaciones políticas a mayor gloria de su nombre, con financiaciones dudosas y con resultado electoral casi nulo.