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De haber agua en la Luna, muy incrustada en las rocas a gran profundidad, no está claro que sea posible extraerla (convertirla en agua propiamente dicha), o que valga la pena hacerlo considerando el precio al que nos saldría el litro, y que aún no disponemos de un sistema de acueductos lunares y espaciales que nos permitan trasladarla y aprovecharla para paliar sequías terrestres. Pero todo ello no es óbice para que el jefe de la NASA, señor Bill Nelson, que se reunió en La Moncloa hace días con nuestro presidente en funciones para firmar unos acuerdos de exploración lunar pacífica, dijera que se trata de «impedir que China se apodere del agua de la Luna». Y nadie se rió. Todo el mundo encuentra muy lógica esta previsión. Hace tiempo que el agua de la Luna, además de una curiosidad astronómica, es una leyenda mediática a largo plazo, y tampoco hay noticias de que China pretenda apropiarse de ella, ni cómo podría hacerlo en caso de proponérselo. Necesitaría una flota estelar de combate y ubicar allí un millón de chinos altamente cualificados, lo que por lo visto tampoco es razón para que toleremos su imperialismo lunar y saqueo de recursos. ¡Se complica el mito del agua de la Luna! ¡Los chinos intentan quitárnosla! Y yo que creía que conocía todos los cuentos chinos. Hay que ver de qué cosas imaginarias se ocupan nuestras autoridades políticas y científicas. Aún no hemos visto ni una gota de esa agua teórica, y ya hay disputas por la propiedad. Me temo que los discursos políticos de la actualidad ya no están vacíos como era de rigor; ahora están llenos de agua de la Luna. De cosas que ignoramos si existen, agravios que no han sucedido, dramas fantasiosos, negocios ilusorios. Bonita alegoría de los tiempos, el agua de la Luna. Cada vez nos salen mejor las cortinas de humo, más poéticas. Mientras el jefe de la NASA nos contaba ese cuento chino, los creadores de la IA (350 investigadores) informaban que no es un peligro para la humanidad, como ya alertaron algunos, sino «un riesgo de extinción» similar a la guerra nuclear. Luego siguieron a lo suyo, creando. Caramba con el agua de la Luna. Hasta podría explicar la urgencia de derogar el sanchismo, sea lo que sea.