TW
1

Tantos años viendo venir al lobo y finalmente ya hay fecha fijada por los técnicos: dentro de tres años, Mallorca alcanzará el millón de habitantes de pleno derecho. En el conjunto de Balears ya en la actualidad se supera el millón 200 mil. Y teniendo en cuenta la supermillonada de turistas y de población flotante que viene cada año, la pregunta se impone: ¿se acerca el día en que no cabremos todos?

Mallorca engaña. Vista sobre un mapa parece más grande. Pero el eje central de la Isla, desde las bahías de Palma a Alcúdia, es de apenas 60 kilómetros. Hay que pensar en las extensas zonas protegidas (de momento) que abarcan toda la Serra Nord, desde los aledaños de sa Dranonera hasta los cabos de Formentor y Pinar, más las enormes áreas intocables del este y el sur de la Isla. En lo que queda, incluido el machacado rústico común, ¿restará espacio para la próxima generación o esta tierra será convertida de manera irreversible en la olla de los hermanos Macabeos?

Bien mirado, siempre quedan soluciones. Por ejemplo, permitir que la urbanización de Son Vida, por cierto cada vez más ‘pujante’, pueda llegar hasta Valldemossa por un lado y conectar con Estellencs por el otro. O dar luz verde a acogedores rascacielos en Santanyí para gozar de una vista inigualable de Cabrera.

Llevamos décadas predicando sobre el lobo sin conseguir estabilizar el equilibrio demográfico. El primer presidente en pegar pataletas fue Gabriel Cañellas en los ochenta. Le apoyaron rojos, verdes y amarillos. Se aprobaron leyes proteccionistas… pero siguió la verbena. Tras cuatro décadas de autogovern, estamos al borde la asfixia, sobre todo en verano. El lobo ya está aquí, convive entre nosotros con sus fauces enjabonadas. Y a Caperucita ya no le queda ni un cachito de capa para taparse las vergüenzas.