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No se trata de coincidencias puntuales, sino habituales. Y no se trata de una, sino de demasiadas. De las más chocantes y chirriantes, destacaré las tres siguientes, y recientes: Una, la que se da entre estadios y plenos, entre estadios deportivos y plenos de instituciones políticas. Me refiero a los insultos racistas a jugadores de fútbol y a los insultos desaforados de políticos a políticos de otras siglas. Coinciden en la ira y la desmedida. Resultado final: victoria de la ofensa, derrota del respeto.

La segunda coincidencia es la que se ha dado entre Sálvame y los mítines de campaña. Además de coincidir en hablar de lo ajeno venga o no a cuento, han coincidido en ofrecer datos sin prueba, en vociferar sin fundamentar, en quitar famas y destruirse mutuamente. Resultado: ganancia de la ramplonería, pérdida del argumento.

La tercera coincidencia es la que se va dando entre final de campaña electoral y final de curso escolar. Como si las elecciones y las evaluaciones se rigieran por unos mismos criterios. Habrá bastantes ciudadanos que saldrán elegidos y bastantes estudiantes que pasarán a cursos siguientes; algunos pasarán simplemente por encontrarse en un buen sitio de la lista electoral y algunos otros pasarán al siguiente curso simplemente porque hace un año se matricularon en el de este año. Resultado: triunfo de la laxitud, quebranto de la exigencia.