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De Ourense a Marbella hay, por carretera, unos mil kilómetros de distancia, pero entre los corregidores de las dos ciudades no parece haber mucha, cuando menos en lo relativo a la idea que ambos exhiben tener de en qué consiste la función pública y la exquisita probidad cuyo ejercicio requiere.

Unos audios de conversaciones telefónicas de Pérez Jácome y de Ángeles Muñoz han venido revelando los tejemanejes del uno y de la otra a espaldas de sus jefes, los ciudadanos ourensanos y marbellís. En el primer caso, apestan, y en el segundo, si bien apestan algo menos en sí mismos, remiten a unos hechos que, salvo a la Fiscalía, a la Audiencia y a Feijóo, escandalizan, desde la ocultación del patrimonio y de su origen real, a la facilitación al hijastro envuelto en delitos de narcotráfico y blanqueo de contactos ‘premiun’ en el Ayuntamiento. De Jácome se van conociendo de su propia boca los pasos en los que anda y con quienes los anda, y de Ángeles Muñoz, por sus actos, sus falsedades y sus omisiones, lo mucho que liga su acción municipal a la de sus predecesores, Gil, ‘Cachuli’ y la palmera aquella.

Una palabra vale más que mil imágenes, y es natural que, en consecuencia, las muchas palabras vertidas en esos audios incriminatorios desvelen, iluminándolas, el millón de imágenes de maniobras chungas en la oscuridad. Y en la impunidad. Si Jácome habla de chanchullos, financiaciones ful y comisiones, el hijastro de la alcaldesa compadrea telefónicamente con los concejales de ésta, uno de los cuales le llama «hermano» y otro, ¡el de Seguridad!, le reitera su protección y cuidados. Pese a eso, y a tantas otras cosas que las investigaciones policiales y periodísticas han ido revelando, Jácome y Muñoz vuelven a presentarse a las elecciones, e incluso es probable que los resultados de éstas les permitan conservar el bastón tan ricamente. De Ourense a Marbella hay, en línea recta, setecientos kilómetros, y unos mil por carretera, pero se trataría, municipalmente hablando, de una distancia sólo espacial.