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M uchas veces advertimos el sesgo ideológico del juez al dictar una sentencia.No sé si es el caso de lo que acabamos de ver enCanarias, pero tiene toda la pinta.Un juzgado declara que la decisión de tener un parto natural o por cesárea le compete exclusivamente a la madre. Es decir, coloca una situación en la que puede estar en riesgo la vida de una mujer y la de su hijo a la misma altura que la decisión de ponerle este o aquel nombre a la criatura o vestirla de rosa o de azul. Es el sino de esta época de sublimación de lo políticamente correcto y de considerar un derecho absolutamente todo, desde un deseo hasta un capricho. Y no.Al menos, no todavía. Yo me he sometido a una cesárea, por supuesto por decisión del equipo médico que me atendía en aquel momento, ante la sospecha de sufrimiento fetal. Como futura madre, en ese instante escuchar la palabra «sufrimiento» referida al bebé que llevaba dentro me hizo rendirme a cualquier consideración científica. Y creo que así debe de ser. Ahora está de moda apostar por lo natural, el parto en el agua, el papá en el quirófano y tonterías de ese tipo. Y digo tonterías con fundamento, porque cuando no había alternativas a lo natural, lo natural era que en muchísimas ocasiones muriera la madre, desangrada, y el niño, asfixiado. Si algo ha mejorado en este mundo es la tecnología, la ciencia y el cuidado de las personas en casos de enfermedad, accidente o dolencias de todo tipo. Si tomamos un strepsils en cuanto nos raspa la garganta, ¿qué justificación tiene rechazar ayuda médica cuando realmente la necesitamos? Apostar por lo natural está muy bien cuando nadie corre peligro, pero en cuanto le ves las orejas al lobo, más te vale correr hacia lo antinatural a toda velocidad.