TW
2

Que Aena le tire la patata caliente a Cort por el desastre de los accesos al aeropuerto es parapetarse en la inactividad y escurrir el bulto por parte de la empresa responsable de la gestión de las instalaciones. Ya nos gustaría que fuera el Ayuntamiento, porque igual hasta teníamos suerte y funcionaba mejor. Concedamos el beneficio de la duda de una suposición machacada por la realidad que se suma al caos que ya vivimos en abril en el punto de entrada y salida de la isla. Porque los problemas son muchos más y nada se resuelve si se observa prioritariamente desde el afán del enriquecimiento. Vayamos por partes.

Reconozcamos que esta es otra de las consecuencias del exceso de turismo. Los atascos, de coches y personas, son insoportables dentro y fuera de la terminal. Hace un par de semanas me fui de viaje, día entre semana, sólo festivo a nivel lectivo en Baleares y un par de comunidades. Las colas en los filtros de seguridad eran una locura. Se salían fuera de la zona a la que sólo se accede con tarjeta de embarque. La vergüenza es que la mitad de filtros estuvieran cerrados mientras estábamos colapsados en los abiertos. Me puse a grabar y me llamaron la atención, pero dejé claro que conozco la ley mordaza –ésa que ya debería estar derogada– y sabía cómo hacerlo. Tengo la prueba en imágenes, como también del enorme cartel que en la rotonda de acceso informa del detalle de dejarte 15 minutos gratis en el parking exprés. Pero cuidado, porque esto es mentira.

En julio del año pasado Aena recortó, en plena temporada y con tráfico aéreo histórico, el tiempo gratuito para el parking exprés de 15 a 10 minutos. Mala y usurera decisión. Para añadir inquina, consumido ese plazo, el coste se torna escandaloso porque los 10 minutos de cortesía gratuitos se convierten en tiempo de pago si pasamos al minuto 11. Es decir, si te vas al undécimo minuto te cobran además los 10 de antes subvencionados en lugar de uno. Ese minuto adicional te costará cerca de 2 euros. Así que a la mentira sumamos una lamentable información engañosa sobre las tarifas.

Llegar al aeropuerto de Palma para un residente que vive en un pueblo es una odisea inasumible, salvo que admita pasarse 24 horas viajando en un transporte público deficiente haciendo no sé cuántos trasbordos. Ya me contarán cómo una persona mayor puede llegar desde Manacor, o Cala Millor, o ses Salines, si no es porque un familiar o amigo le hace el favor de llevarle y recogerle. Si no calcula bien la hora de llegada, reto dificultado por los crónicos retrasos de las aerolíneas, al amable conductor le costará el combustible, el tiempo, el tráfico, el estrés y el palo del aparcamiento. El problema de los accesos al aeropuerto tiene muy fácil solución, pero a Aena no le da la gana implementarla porque quiere ingresos. Y no es instalar barreras. Es tan sencillo como bajar el precio del parking.