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El actual alcalde de Palma, José Hila, conocido por cambiar placas de calles dedicadas a personas sin saber quiénes son, fue el que bautizó la antigua plaza Teniente Coronel Franco con el nombre del ilustre filólogo Miquel Dolç. Fue hace 15 años, cuando era concejal, y la razón del cambio fue que la anterior denominación era franquista. Como no se puede saber de todo, quizá él no sabía que el teniente coronel Ramón Franco, hermano del dictador, fue de izquierdas toda la vida –llegó a ser diputado de ERC– y solo fue ‘franquista’ durante la Guerra Civil. Quizá tampoco sabía que Miquel Dolç luchó en el bando franquista, que sirvió como traductor de los fascistas italianos de Mallorca y que fue condecorado por Franco y Mussolini. Paradojas de la memoria.

Miquel Dolç Dolç era de Santa Maria y tenía 23 años cuando comenzó la guerra. Entonces ya era un poeta reconocido. Había cursado estudios eclesiásticos en Roma, hablaba italiano y fue movilizado por los franquistas para una misión que decidiría el destino de Mallorca: servir de traductor para el montaje de los primeros aviones enviados por Mussolini. Pasó toda la noche del 27 de agosto de 1936 montando tres cazas que cambiarían el curso de la Batalla de Mallorca. A la mañana siguiente, los pilotos italianos aniquilaron los hidroaviones republicanos fondeados en la playa de sa Coma.

Los técnicos que montaron aquellos cazas posaron después para la foto de la victoria. En la imagen aparece Miquel Dolç con otros ilustres, como Ramón Rullán, padre del exjugador del Real Madrid de baloncesto Rafa Rullán, y Bartolomé Sagrera, descendiente del arquitecto Guillem Sagrera.

Dolç pasó el resto de la guerra sirviendo como cabo de aviación y traductor de los fascistas en la base aérea de Son Sant Joan, actual aeropuerto de Palma. En febrero de 1937 participó en una función a beneficio de las milicias de Falange. Según el BOE, el 7 diciembre de 1937 fue «gravemente herido» en un bombardeo republicano. Por ello, Franco le concedió la Medalla de Sufrimientos por la Patria con derecho a una «pensión de 25 pesetas mensuales con carácter vitalicio». Sobrevivió a la guerra y en 1939 recibió la Cruz italiana al Mérito de Guerra.

Después del conflicto dedicó su vida a las letras. Ejerció de catedrático de universidad y tradujo multitud de obras clásicas al catalán. Recibió multitud de honores tanto en dictadura como en democracia, como la Encomienda de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en 1951 y la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya en 1983. En los últimos años de su vida fue director general de la Gran Enciclopèdia de Mallorca y fue investido honoris causa por la UIB. Murió en Madrid en 1994.

Actualmente, además de una plaza en Palma, tiene calles a su nombre en Santa Maria y el Pont d’Inca.
Dolç fue un hombre adaptado a su tiempo. Su sobrino Gabriel Dolç asegura que desconocían su papel con los aviadores italianos: «En la familia nunca se habló de esto. Solo nos contaron que durante la guerra trabajó en unas oficinas. No sabíamos nada de las medallas. Si Mussolini se la dio, seguro que la tiró».