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Una mujer rumana de 28 años da a luz en un hospital de Badajoz y a la hora de registrar al bebé sus datos no concuerdan con los del historial clínico ni con la documentación a la hora del ingreso, una fotocopia a nombre de otra mujer de 43 años. El hospital avisa a la Policía Nacional, que procede a entrevistarse con el teórico padre del bebé, un hombre de 42 años de nacionalidad española. La policía averigua que había hecho pasar a la madre del bebé por su esposa, a la que también pertenecían los datos de la fotocopia. Finalmente, reconoce que él y su esposa han pagado la cantidad de 2.000 euros para hacerse con el bebé. El acuerdo por esta gestación subrogada, práctica prohibida en España y que constituye un delito, se había cerrado meses antes. Dos semanas antes en Sevilla se dio un caso similar donde la policía detuvo a cuatro personas por participar en la venta de otro bebé. Tiempo atrás, la empresa BioTexCom Center for Human Reproduction, en un Black Friday, planteó una serie de descuentos a sus servicios de gestación subrogada. La clínica de origen ucraniano puso a la venta un paquete de ‘Todo Incluido Estándar’, que deducía un 3 % al presupuesto de una gestación subrogada. De 39.900 euros se deducían 1.197. Parece ser que el acuerdo planteaba un número ilimitado de intentos hasta conseguir la gestación. Los descuentos serían válidos durante la semana del Black Friday. A la mayoría, el primer suceso le parece lamentable, deleznable, horrendo y cutre. La atmósfera es ordinaria y pestilente. El abuso es plausible y denigrante para la mujer. El segundo, revestido de una higiénica y aséptica formalidad, se transforma en un privilegio y aporta más fruto de la modernidad de nuestro siglo. Tal y como se blanquea la actitud de Ana Obregón por parte de las revistas del corazón y una población educada bajo el yugo de nuestro sistema.