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Pedro Sánchez consolaba el lunes a Francina Armengol tras el penúltimo azote que el madrileño dispensó a la inquera como merecido castigo por su pretérito apoyo a Patxi López –qué diantre debió verle–, corrección que nuestra presidenta paga amorosa a su bello jefe en cómodos plazos. El mensaje de consuelo fue aclararle que cualquier socialista balear podría ser nombrado ministro en futuras remodelaciones del ejecutivo nacional, con la única condición de que haya nacido en las islas Canarias.

u Ha caído en mis manos el manual titulado ‘Guía de precampaña para socialistas desesperados’, que cuenta con un apéndice para situaciones de emergencia, conteniendo una única instrucción, que reza así: Si todo lo demás falla, posen desnudos para un calendario o, en último término, saquen en procesión a ZP.

San Zapatero de León, patrón de flojos, ineptos, cultivadores de brotes verdes y dictadores bolivarianos acude, tras las plegarias y dádivas acostumbradas, en inmediato auxilio de gobernantes socialistas en apuros, especialmente cuando estos han agotado su cupo de presentaciones de los millones de tranvías, ‘sonduretas’ y viviendas de protección oficial que han prometido –esta vez sí– para la próxima legislatura. Hasta la marmota está harta del día de la marmota.

El Cercle d’Economia cumplió su papel de alfombra roja del PSIB y sirvió a los intereses preelectorales de los socialistas para encontrar un pretexto con el que traer a Mallorca al santo patrón del francinismo, algo que tanta falta nos hacía a los descarriados infieles.

Aunque, sin duda, hubiera sido más apropiado proveerse de unas andas con flores y velones, o incluso una silla gestatoria, la procesión discurrió por el centro de Palma con el santo desplazándose a pie junto a sus apóstoles, dado el carácter semoviente de todos ellos.

Francina y ZP visitaron en comunión la capilla del Bar Bosch y a continuación iniciaron su espontánea romería por el Born, mientras millones de mallorquines les dedicaban vítores y cantaban sentidas saetas al santo y su progenie.

José Hila y su community manager se mostraban, al borde del éxtasis, exultantes, loando en las redes las cardinales virtudes zapateristas, de todos conocidas, y colgando fotos de tan feliz conjunción. Pensó el alcalde de Ciutat que, a lo mejor, si lo comparaban con el expresidente, puede incluso que mejorase su posición en el escalafón de políticos peor dotados para la política, que actualmente encabeza destacado.

El milagro que San ZP vino a obrar a Mallorca no ha trascendido, pero se barrunta que el Cercle necesitaba conocer de primera mano sus prodigiosas recetas económicas para saber qué es lo que no hay que hacer si queremos evitar repetir la crisis de 2008.

Se cuidó cada detalle. Para el encuentro, en lugar de acudir a un establecimiento aborigen regentado por un pérfido empresario de las islas, se buscó otro que cumpliera los requerimientos de pureza democrática y progresista exigidos por Zapatero, y por eso se prefirió un hotel de capital 100 % chino. Una muestra más de la alianza de civilizaciones.

San ZP reveló a la concurrencia que Francina Armengol continuaría de presidenta tras el 28-M, algo que, conociendo sus dotes proféticas, inexplicablemente provocó el pánico general en el PSIB.