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La guerra de Ucrania, como todas, genera enormes beneficios económicos a mucha gente, razón por la que cada vez que se habla de ella, con una u otra excusa, aparece también la guerra que emprendió EEUU contra China por el dominio tecnológico, es decir, económico. De ahí que el año pasado, en la Cumbre de la OTAN en Madrid, más que de la invasión de Putin se hablase de China, acusándola de «subvertir el orden internacional», y «desafiar la seguridad y los valores de la Alianza Atlántica», todo ello en el magno escenario del Museo del Prado, junto a las Meninas. Total, que en las guerras no hay política, hay economía. En su Diccionario de la estupidez, el lógico matemático Piergiorgio Odifreddi enmienda al erudito Clausewitz asegurando que la guerra es la continuación de la economía por otros medios y no acabaremos con ellas hasta que la paz sea igual de rentable. Así que mientras Putin intenta borrar Ucrania del mapa, EEUU prosigue su batalla verbal contra China.

Por los globitos espía que no eran extraterrestres, por esa idiotez de TikTok, que al parecer pone en riesgo su seguridad nacional (¡la mitad de los norteamericanos tontean ahí!) y es un arma de destrucción masiva como las que escondía Sadam, porque el presidente Xi Jinping tiene un plan de paz y visitó a Putin. Por lo que sea; porque esa es la guerra económica que les interesa. Les interesa tanto que están casi paranoicos, y más belicosos por la guerra de Taiwán, que aún no existe, que por la de Ucrania, con matanzas y bombardeos diarios. A todas estas, Trump, candidato presidencial, promete «muerte y destrucción» si le detienen por un asuntillo con una actriz porno. Ah, la economía por otros medios. Pero estábamos en China.

Cuyo hierático líder Xi invitó al presidente Sánchez a visitarlo en Pekín. Y allá que se irá pasado mañana porque nada agradece más este hombre que una agenda internacional que le permita huir del acoso interior. Así que quizá esta semana tengamos un poco de tranquilidad. Quizá tampoco, porque es decir China y ponerse todo el mundo en guardia. Por TikTok, esa gilipollez que sin embargo no es norteamericana. ¿Y de qué hablarán, Sánchez y Xi? ¿Del plan de paz chino? ¿De la deuda que tenemos con nuestro primer acreedor? Quién sabe. De TikTok, tal vez.