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El año 1962, un grupo de mallorquines entusiastas fundaron la Obra Cultural Balear. Eran personas de prestigio académico y social que ponían en riesgo su posición en plena dictadura franquista. A lo largo de su existencia, no solamente ha sido un centro de aprendizaje y fomento de la lengua catalana, sino que ha actuado como una entidad de referencia. Detrás de las movilizaciones históricas y masivas que se han llevado a cabo para defender las libertades democráticas, el autogobierno y la identidad de Balears, siempre ha estado la OCB con su capacidad de organización y convocatoria.

La autoridad que ha ejercido ha sido un punto de anclaje ante el titubeo, o incluso hostilidad, que ha mostrado el Govern y otras instituciones, en determinados momentos. La Obra siempre ha estado ahí, firme en sus convicciones: generando referentes de país cuando ha sido necesario o proponiendo alternativas, como lo ha hecho ahora con los 56 puntos que ha sometido a la consideración de los partidos políticos de cara a las elecciones de 2023. Paradójicamente, después de 40 años de autonomía, vivimos una situación de emergencia lingüística que pone de manifiesto que el actual sistema es ineficiente y ha de ser replanteado.

Pero, ante todo, la Obra Cultural es una estructura dinamizadora, que a través de sus delegaciones locales organiza multitud de actos culturales, recupera tradiciones, fomenta el conocimiento del país, su historia, literatura, música, teatro, etc. Incluso se ha convertido en la hermana mayor de otras entidades, como Joves per la Llengua, Paraula, Ona Mediterrània, etc. Una muestra de esta manera de entender esa colaboración es Can Alcover, en Palma, que a diario acoge todo tipo de actos, bien organizados por la propia OCB o por asociaciones diversas que complementan su oferta.

El siglo XXI nos ha traído una sociedad globalizada, demográficamente adversa, una juventud desarraigada… en una España que solamente se percibe en castellano. La situación no es fácil para la lengua y cultura catalanas, históricamente, las propias de las Islas. Nunca fue fácil, pero seguro que la Obra Cultural Balear sabrá reinventarse para asumir los retos del futuro e ilusionar a las nuevas generaciones en la reconstrucción del país que somos.