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Parece que el último informe del panel de expertos de la ONU para el cambio climático, si bien de tipo apocalíptico por cuanto asegura que ya se han producido numerosos daños irreversibles, y más que se producirán si no espabilamos, por fin habla de amenaza grave para la vida humana. Y no sólo de salvar el planeta, calamidades medioambientales y cosas por el estilo, a las que estamos muy acostumbrados, y por supuesto, no hacen ningún efecto. A muchos lo de que suba el nivel del mar les parece una buena oportunidad de crear riqueza inmobiliaria, y les encantaría que la Antártida, sin hielo, gozase del clima tropical del Cretácico. La Tierra ya ha pasado por todos los estados físicos imaginables, más o menos hostiles, y tan contenta. Lo de salvar el planeta es la mayor idiotez jamás oída, y ya era hora de que, si hay que ponerse apocalípticos, los expertos lo hiciesen bien. Es decir, avisando de que no es al planeta al que hay que salvar, sino a la gente. A nosotros, porque al planeta nuestras necesidades le traen sin cuidado, la naturaleza se autodestruye constantemente (es lo más natural), y hay billones de planetas imposibles para la vida, verdaderos infiernos siderales. Venus, aquí al lado, con una densa atmósfera de dióxido de carbono y ácido sulfúrico, y temperaturas de 450º C. Muy hermoso, pero sólo porque los humanos lo miramos, y nos conmueve, y nuestros antepasados le llamaron la estrella de la tarde. Somos poéticos; la naturaleza y el universo no, nada. Les da igual. Así que he celebrado este nuevo informe apocalíptico de la ONU, pero un apocalipsis muy mejorado, porque al fin incluye los desastres humanitarios, y no sólo los medioambientales. La verdad, fatigan mucho los apocalipsis para tontos, a mí me tenían harto con la gilipollez de salvar el planeta. Desde cuándo semejante cosa está a nuestro alcance. Con salvarnos nosotros, ya sería un milagro. Y claro está, los poderes del mundo no hacían ni caso de estos clamores apocalípticos. Casi anhelaban que se abriese por fin el paso de Noroeste, y construir balnearios en Alaska. A ver si esta mejora apocalíptica funciona. Hay que salvar la hermosa estrella de la tarde, no al horrendo planeta Venus.