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Parece ser que el polémico parque fotovoltaico que iba a situarse en Inca y Selva finalmente no se llevará a cabo debido a papeleos varios. El proyecto había encendido la polémica, cosechando críticas y apoyos. ¿Realmente se necesitan los parques solares? Sí y no. Ante todo, convendría dejar el modelo de macroinstalaciones construidas y explotadas por macroempresas transnacionales. La forma más racional y eficaz de producir electricidad renovable es en instalaciones domésticas (que pueden ser colectivas) y en pequeños negocios. No siempre más es mejor ni las economías de escala funcionan. Asimismo, conviene no centrarse sólo en la solar fotovoltaica (la que produce electricidad), sino prestar atención a la solar térmica (esto es, básicamente, calentar agua con el calor solar).

Después, y solo después, se podría hablar de instalaciones industriales, siempre consensuadas con los vecinos, valorando escrupulosamente su impacto ambiental y social, sobre todo en el caso de los molinos eólicos. Los movimientos sociales de afectados llamados Not in my backyard (No en mi patio trasero) florecen en todos los rincones al grito de «Renovables sí, pero no así».

La energía solar tampoco es ninguna panacea. Placas y molinos (al igual que las centrales hidroeléctricas y atómicas) «sólo» producen electricidad, que es una pequeña parte del consumo total de energía (en torno a un 20 %), y muchas actividades no son electrificables. Recordemos también que las placas (y los molinos) no son tan ecológicos como se pretende, ya que necesitan mucho territorio, para su fabricación se consumen grandes cantidades de petróleo en forma de energía, plásticos y química, además de tierras raras y metales cada vez más escasos, y tienen un difícil o imposible reciclado.

El ahorro energético, o mejor aun, el decrecimiento energético, es, a medio y largo plazo, la única solución real. Las renovables serán las únicas y escasas energías del futuro, pero aunque llenáramos hasta el último metro cuadrado del mundo de placas y molinos sería insuficiente para satisfacer el crecimiento exponencial del consumo de energía. Habrá parques, sí, y muchos, pero no podremos poner placas y molinos hasta el infinito.