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A nadie le sorprenderá que afirme que las políticas de Memoria Democrática son una prioridad para el Govern de les Illes Balears. Ha quedado sobradamente demostrado ante el esfuerzo realizado por la Administración dirigida a la reparación de las víctimas que nunca la habían recibido, las que estaban en las fosas, las que sufrieron décadas de represalia, las que callaron su dolor por miedo.

Una sociedad democrática aspira constantemente a ser mejor, a ganar y ampliar derechos y nuestra sociedad tenía una espina profundamente clavada en el alma que le impedía sanar, que lastraba los esfuerzos por mejorar como colectivo. Un pueblo con personas desaparecidas en la consciencia no puede avanzar porque se está dejando la justicia por el camino. Ha sido un error de gobiernos anteriores no actuar antes, pero en nuestro país aún hay sectores vinculados a la dictadura que han tratado de mantener el freno impuesto en la transición, no olvidemos a Rajoy y sus ‘cero euros’ para políticas de Memoria. Por ese motivo se ha pedido perdón a las víctimas, pero lo más importante era ponerse manos a la obra. Un marco legal logrado con amplio consenso abrió las puertas a que el Govern asumiera su responsabilidad y dispusiera las prioridades, y las fosas se abrieron, por fin.

Allí estaban. Miquel Marquet, Juana Baño, Antoni Company... Allí estaban Francesca Salas y Pere Llull. Allí estaba Francisco Solano. Allí estaban Aurora Picornell y las Rojas del Molinar. Doscientas cuarenta y una personas han sido recuperadas del silencio, de lugares (las fosas del cementerio de Porreres y Son Coletes) que ya quedan fijados en nuestro imaginario colectivo. Se las está identificando, cincuenta y tres de ellas ya tienen nombre de nuevo, y se las está devolviendo a sus familias, esas que no hablaban de lo que pasó y que han vivido sus vidas con el dolor a cuestas.

Abrir estas fosas cierra las heridas abiertas en nuestra sociedad, salda deudas que nos debíamos a nosotros mismos y nos permite avanzar sin el lastre de la ignominia. Con el sonrojo de haber tenido demasiado tiempo víctimas de primera y de segunda categoría, sí, pero sabiendo que estamos trabajando para mejorarnos, sabiendo que a muchos ya les hemos encontrado, y que continuamos buscando a los que faltan mientras existan esperanzas.

Esta labor, junto a otras tareas emprendidas en estos últimos años, como la entrega de certificados de víctimas del franquismo, la colocación de Piedras de la Memoria o el introducir la memoria en el sistema educativo, ha llevado a que la Organización de las Naciones Unidas se haya interesado por la manera en la que en Balears impulsamos las políticas de memoria democrática. El relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, el profesor Fabián Salvioli, ha visitado Mallorca estos días y ha podido comprobar de primera mano cómo se atiende a las familias de las víctimas en la Oficina de Atención Integral, ha participado en un acto de retorno de restos humanos a sus familiares, y ha visitado los trabajos de investigación en las fosas de Son Coletes, en Manacor.

Aún queda mucho trabajo. Dentro de poco se abrirán las fosas de sa Coma, se debe continuar iniciando investigaciones pendientes, y realizando reconocimientos y homenajes, pero el proceso de sanación está por fin en marcha. Comenzó en junio de 2014, cuando Memòria de Mallorca abrió la fosa de Sant Joan y recuperó los restos de Jaume Gual, Joan Gual y Miquel Salom, enterrados allí por sus asesinos. Es un proceso de sanación que hace mejor a nuestra sociedad y a nuestras islas, un ejemplo de cómo la democracia puede avanzar firme hacia una concordia real, de la mano de los derechos humanos y la justicia.