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El traidor está muy mal visto en todas las épocas y culturas, peor que el asesino múltiple, y de ahí que Dante condene sus crímenes horrendos al noveno y último círculo del infierno, un gélido lago de hielo junto al propio Lucifer, rebelde contra la Divinidad, así como otros traidores célebres tales Judas, Marco Bruto, La Malinche, Caín, Efialtes de Tesalia, el cobarde Robert Ford que asesinó por la espalda Jesse James, el conde Don Julián y, si incluimos a los clásicos chinos, quizá también el Rey Mono, conocido como Gran Sabio, que en su juventud se reveló contra el emperador de Jade y sumió el Cielo en el mayor desorden y confusión. Sin embargo, si Bruto y los idus de marzo no se hubieran llevado por delante al dictador César, igual aquí todavía seríamos todos hispanorromanos, y hablaríamos un latín macarrónico.

Y si Jesucristo no hubiese muerto crucificado por la traición de Judas, contraviniendo los inescrutables designios del Creador, no habría pasado de ser otro profeta más de Galilea y difícilmente se habría extendido el cristianismo por todo el orbe. Sólo habría dos grandes religiones, el judaísmo y el islam y en muchos aspectos habitaríamos aún en el Antiguo Testamento, con las limitaciones que eso conlleva. No habría libertad de expresión y ni siquiera se habría filmado La vida de Brian. Un retraso, una merma de diversidad medioambiental. Lo que quiero decir es que la traición, un invento genuinamente humano (un perro no lo haría) y el traidor que se atreve a arrostrar el peor pecado, aunque personalmente despreciable, suele ser una gran palanca de progreso y un hito en la evolución de las especies. De las sociedades, en nuestro caso.

Recuerden a Adolfo Suárez y a aquellos diputados franquistas que traicionaron los principios del Movimiento Nacional. Toda civilización es fruto de numerosas traiciones, inventar algo es traicionar y toda gran traición alberga pros y contras. Imposible tener ideas sin traicionar algo. El arte es cosa de traidores, que se saltan o asesinan el canon. Vale que todos están en el noveno círculo del infierno, pero paralelamente rara es la ciudad sin monumento al traidor insigne. Al que habrá que traicionar.