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Febrero de 2023 se ha despedido en Mallorca con una situación meteorológica excepcional. Durante algo más de 24 horas una profunda y atípica depresión bautizada con el nombre de Juliette se plantó al este de las Islas Baleares provocando un temporal de intensas precipitaciones en forma de nieve en unas áreas o de lluvia en otras a las que se sumaron fuertes vientos de tramuntana.    Ambos fenómenos batieron récords.

Es sabido que los eventos meteorológicos extremos son el talón de Aquiles de las redes eléctricas y Juliette ha querido dejar su impronta en Mallorca provocando enormes dificultades para acceder a las instalaciones averiadas. Afortunadamente, el volumen de usuarios eléctricos que se han visto afectados ha sido, en términos relativos, más bien bajo. Sin embargo, a pesar del enorme esfuerzo realizado por los profesionales de Endesa durante el temporal, quienes han padecido las consecuencias destructivas de la tempestad, han pasado muchas, demasiadas horas, sin ese servicio hoy tan esencial que es la energía eléctrica.

La transición energética en la que estamos inmersos y en la que todos los estamentos de la sociedad jugamos un rol de protagonistas, nos aboca a un mayor uso del vector electricidad para seguir aumentando nuestros niveles de progreso, bienestar y sostenibilidad. ¿Por qué? Muy sencillo, porque con las energías renovables llamadas a substituir a las energías fósiles producimos de manera abundante, barata y eficiente electricidad y no producimos biogás u otro biocombustible.

Actualmente sólo una cuarta parte de nuestra demanda de energía final como sociedad se cubre con electricidad. Los tres cuartos restantes corresponden a combustibles fósiles –gasolina, gasóleo, gas natural, butano,…– que usamos para desplazarnos, para calentar espacios, para calentar agua sanitaria, para cocinar o para procesos industriales. La descarbonización de esta ingente cantidad de energía que todavía consumimos en forma de fósiles pasa por su electrificación y, por supuesto, por que toda esa electricidad que se consumirá en los mencionados usos finales se obtenga a partir de fuentes de energía renovable como son el sol o el viento.

Las tecnologías eléctricas para substituir a los fósiles en el transporte o en la producción de calor son una realidad comercial y además son mucho más eficientes que las tecnologías basadas en la combustión: El vehículo eléctrico y la bomba de calor son un claro ejemplo de ello.

Esa progresiva electrificación de nuestra demanda de energía final hasta llegar a cuotas que superarán más del 90 % de la misma en las próximas décadas concede un rol importantísimo a las redes de distribución de electricidad. Si hoy ya somos altamente electrodependientes, en el mundo que viene todavía lo vamos a ser infinitamente más.

Debemos, por tanto, apostar con mayor empuje por un desarrollo de las redes eléctricas acorde con este rol protagonista que ya tienen y que mayor va a ser. Las redes, independientemente de donde se ubiquen, deben aspirar a ser inmunes a tempestades como Juliette o a otros eventos extremos que puedan afectar a su disponibilidad. Este tiene que ser un objetivo de país y todo el esfuerzo regulador, técnico, innovador o inversor tiene que orientarse hacia ahí.

La digitalización de la red, su operación a distancia, dotarla de más elementos de medida y sensórica o su mayor mallado e interconexión son las palancas necesarias para aumentar todavía más su disponibilidad y la deseada continuidad del fluido eléctrico.

Baleares ha dado en esta legislatura importantes y valientes pasos en materia de leyes que deben permitir un más rápido y ágil despliegue territorial de las redes y de sus interconexiones. Extender el procedimiento de la comunicación previa en ciertos supuestos y en sustitución de la licencia municipal de obras es una medida muy acertada y necesaria que reduce plazos de tramitación y agiliza el proceso de electrificación. La declaración responsable en el proceso de autorización del establecimiento de redes soterradas en ciertas zonas en el ámbito del dominio público hidráulico también es otra medida muy acertada.

El camino de modernización de nuestro cuerpo legal en materia de redes eléctricas debe continuar en la próxima legislatura. Para poder acometer las interconexiones que mallen adecuadamente la red y le den más fiabilidad es necesario habilitar nuevos espacios para el paso de cables soterrados, urbanísticamente consolidados, que garanticen la integridad y la seguridad de las redes. Abrir y ampliar el dominio público de carreteras con diseños y soluciones técnicas innovadoras para que las redes eléctricas puedan discurrir por el mismo como hoy ya lo hacen por calles o caminos municipales deviene de primera necesidad si queremos una red de distribución eléctrica inmune a fenómenos extremos y basar nuestra economía en la electricidad renovable. Es una necesidad urgente que no puede demorarse más y que debe ser abordada técnica y políticamente.

Todo el desarrollo y esfuerzo inversor que requieren las redes de distribución en estos próximos lustros deben ir acompañados de normas claras y transparentes que garanticen el adecuado retorno de las inversiones. La actividad de distribución eléctrica en España está sometida a una estricta regulación y fiscalización económica por parte del Gobierno y de la CNMC que hacen de esta actividad una de las más, sino la más competitiva de Europa para sus usuarios. En este contexto, la seguridad jurídica deviene esencial y estratégica para que los operadores apuesten por la inversión en las redes.

Mi sueño, nuestra ambición, es que cuando Juliette nos vuelva a visitar ningún usuario de la red eléctrica se entere de su paso por nuestras islas. Sin menospreciar la fuerza de la naturaleza, que siempre será mayor que nuestras capacidades humanas, estoy convencido de que podemos aproximarnos muchísimo a esta utópica meta si nos proponemos trabajar y cooperar desde hoy mismo.