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El Banco de España acaba de publicar la cifra de cierre de 2022 de la deuda pública: 113 % sobre el PIB, reducción de cinco puntos en el ejercicio. El dato es bueno; pero, a la vez, preocupa: no podrá eludirse, de forma gradual, un programa de consolidación fiscal. Pero es positivo porque la economía española está demostrando una gran solidez que permite la contracción del déficit público: mayor capacidad para no aumentar el endeudamiento en porcentaje sobre PIB. El crecimiento de la deuda pública sobre PIB, a raíz del estallido de la pandemia, fue un hecho que incrementó las deudas de todos los países al poner en funcionamiento mecanismos contra-cíclicos que inferían la expansión deudora. Fueron diques de contención para evitar un colapso total de las economías, puestas en estado comatoso. La pieza clave del gasto público auspiciado por las principales instituciones económicas del mundo. Ahora bien, a partir del segundo trimestre de 2021, el ratio deuda/PIB se ha ido reduciendo, hasta llegar a ese 113 % en cierre del año 2022.

Otros datos corroboran la reducción del déficit público, a partir de las publicaciones del Banco de España y de los registros del INE. Las cifras del déficit público han mejorado: desde el 11 % del PIB durante el gran frenazo de la pandemia, hasta el 6,76 % en 2021, en un contexto, recuérdese, en el que Bruselas exigía el 8,4 %. Una notable mejora. En 2022, la previsión es de un déficit que será inferior al proyectado por el propio Gobierno, que lo cifraba en el 5 %. Las causas: el incremento de la recaudación tributaria, explicable por el proceso de la inflación; pero sobre todo por el vigor del empleo y las subidas salariales, que han elevado los ingresos por IRPF, junto a los resultados obtenidos en el Impuesto de Sociedades.

En este panorama, la inflación se erige en una importante amenaza para el desarrollo de la economía. Preocupación de los bancos centrales, inquietud que se traslada a las patronales empresariales por la reivindicación de mejoras salariales, espoleadas por el incremento de los precios. A fines de 2022, el aumento de los salarios pactados se concretó en un 2,78 %, frente al incremento del 12 % de los beneficios empresariales. En tal sentido, cabe señalar que, según Indeed Wage Tracker, entre 2019 y 2022 España es el país de los más relevantes de Europa en el que los salarios han crecido menos, toda vez que esos aumentos han sido del 4,8 % en Francia, 6,3 % en Alemania y 4,1 % en Italia. En otras palabras, la tensión inflacionista no es imputable a los salarios y se vincula más a la evolución de los excedentes empresariales. Esto ha sido expuesto por diferentes entidades, entre las que destaca el propio Banco de España. El shock de oferta contribuye a explicar esta situación, en la que la economía no se está ‘recalentando’ por la presión de los convenios colectivos y las reivindicaciones sindicales: los márgenes empresariales tienen, repiten entidades solventes, una cuota de responsabilidad inequívoca.