El Carnaval es la fiesta de febrero, el mes de los lobos, del frío y de los locos. Y, como él, debería ser lo que era en su origen: un irreverente tubo de escape para no morir de asfixia en una sociedad dominada por la religión, la severidad y la tradición. Todo eso, por suerte o por desgracia, ha saltado por los aires en el mundo occidental desarrollado y, por eso, el Carnaval ya no tiene ninguna razón de ser. Ha acabado convirtiéndose en una simple fiesta de disfraces que ni conlleva borracheras, ni conduce al putiferio o la agresión ni permite a nadie salirse de su rutina para disfrutar, por unas horas, de una doble vida pecaminosa, vengativa y divertida. Siempre, claro, bajo una máscara donde ocultar tu identidad.
Carnaval
Palma18/02/23 0:29
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2 comentarios
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... me sorprende desagradablemente esta negativa crítica al Carnaval... nos vemos pues dentro de un par de meses, para poder leer entonces la correspondiente crítica furibunda contra esa tontería de pascuas de semana santa y eso... a ver si entonces somos consecuentes y utilizamos el mismo rasero...
LIBERTAD DE EXPRESIÓN cada vez más comprometida y no por las leyes sino por las dádivas que obligan.