TW
0

En el Puerto de Algeciras (Cádiz), un hombre de nacionalidad marroquí, que estaba pendiente de ser deportado, porque se encontraba en situación ilegal en España, atacó a otros dos hombres dejando al sacristán de una iglesia muerto y a un sacerdote gravemente herido. Creo que este es el planteamiento más ‘general’, más neutro que se puede ofrecer sobre ese suceso porque tratar de remitirlo a una confrontación entre religiones siempre será un abuso de quien quiera, en este caso, un musulmán, aprovecharse de las creencias islámicas para dar salida a sus propias convicciones o a sus particulares intereses.

El juez de la Audiencia Nacional, si bien ha declarado el secreto del sumario, sí ha revelado: «Los indicios recopilados sustentan que la actividad desarrollada por Kanjaa se puede calificar como un ataque yihadista dirigido, tanto contra sacerdotes que profesan la fe de la Iglesia católica, como contra musulmanes que para el investigado no siguen los preceptos del Corán». El Estado español tiene todo el derecho a investigar sí existen circunstancias que pongan en peligro la convivencia de los ciudadanos pero dichos ciudadanos también deben saber que ni la Sharía, ley de la religión islámica que recoge el conjunto de los mandamientos de Alá relativos a la conducta humana, ni la religión católica autorizan a matar.

Cristo se sacrificó Él porque se negó a combatir al César con violencia, a los poderosos de su época y así se lo dijo a Poncio Pilatos «si mi Reino fuera de este mundo otros vendrían a liberarme». Pocos saben que Judas lo vendió porque se negó a hacer de su doctrina una doctrina política. Tampoco los verdaderos musulmanes tienen permiso para matar. El mandamiento es amarás al prójimo como a ti mismo. «Como Yo os he amado», dice Jesús.