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El presidente del Gobierno accedió por primera vez al poder mediante una moción de censura. Las razones para su presentación contra el gobierno de Mariano Rajoy fueron la corrupción y la falta de transparencia. Sánchez quería recuperar la normalidad política e institucional, regenerar la vida democrática y atender urgencias sociales.

Ahora, después de esos meses y tres años más de gobierno, el presidente y su partido se enfrentan a presuntos graves casos de corrupción, ha puesto a su servicio casi todas las instituciones del Estado, no ha logrado ayudar a las cada vez más personas que rondan la pobreza y ha llevado el caos absoluto a la Administración.

Ya hemos visto este pasado sábado la respuesta de la sociedad civil, con decenas de miles de ciudadanos en la calle exigiendo a Sánchez que deje de destrozar España por seguir en La Moncloa. Y esta semana estamos viendo la respuesta en la calle de miles de funcionarios reclamando más seguridad en el trabajo y mejores salarios. Personal de la Inspección de Trabajo, la Seguridad Social, el SEPE, la Agencia Tributaria, la Sanidad y los Letrados de Justicia. Todo ello sin contar que todos los ministerios están fracasando en sus apuestas, ya sea la ejecución de los fondos europeos como la puesta en marcha de muchas ayudas que después son incapaces de que lleguen a los ciudadanos.

Durante la pandemia los ciudadanos y también muchos funcionarios tuvieron que alargar sus jornadas y extremar la paciencia. No había forma de resolver problemas cotidianos tan importantes como realizar alguna gestión con la Agencia Tributaria, tramitar y cobrar un ERTE o solicitar una jubilación. Todos le echamos comprensión al asunto y muchos tuvieron que desplazarse a ciudades distintas a la suya para lograrlo. Pero, lo tremendo es que hoy sigue pasando lo mismo. Las ayudas no llegan a todos los que la necesitan y se están retrasando hasta tres meses las solicitudes de la pensión de jubilación. De momento, no hay respuesta.