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Lo ocurrido en Castilla y León a cuenta del supuesto protocolo antiabortista de Vox, promovido por el vicepresidente, Juan García-Gallardo, es el claro ejemplo de que puede esperar el Partido Popular tras las elecciones de mayo. Mucho ruido y nada más, pero con un elevado coste político que confirma de que se trata de un compañero de viaje algo más que incómodo. La derecha radical amaga, entre otras razones porque nada tiene que ofrecer. Conviene que el electorado vaya tomando nota de este comportamiento que, como no podría ser de otro modo, el Gobierno socialista exprimirá hasta la última gota; sabe que así compromete a la derecha y excita a su parroquia.

En Balears no nos vamos a librar de esta estrategia, el más que probable entendimiento entre PP y Vox como condición indispensable para tener opciones a desbancar a la izquierda en las instituciones –un supuesto al que todavía le queda mucha tela por cortar–, obliga al que sin duda será formación mayoritaria de la eventual coalición –el Partido Popular– a tener una estrategia bien definida de hasta dónde quiere llegar con Vox. El tema escuece a Alberto Núñez Feijóo, basta ver lo huidizo que se muestra con esta cuestión. ¿Y Marga Prohens? Pues más de lo mismo. Apelar a la mayoría absoluta es pretender un milagro que no se producirá.

Están por ver las consecuencias en el orden interno de Vox que tendrá la sustitución de Jorge Campos por Patricia de las Heras al frente de Vox en las Islas, entre otras razones porque la sede de la dirección del partido se ha trasladado a Eivissa; dato que siempre tiene efectos prácticos a la hora de controlar los seguros incendios. Me huelo que el pulso entre Campos y Coll no ha acabado, aunque el militar ha logrado una importante victoria parcial. El tiempo dirá quién tiene el poder real en la derecha más extrema del Archipiélago.

De lo que no hay duda es que Santiago Abascal no ha querido desprenderse de sus activos electorales más valiosos para encarar el 28-M, aunque entre ellos se muestren casi en las antípodas en su comportamiento institucional; poco importan estos detalles cuando se sabe que siempre se acabará teniendo que ejercer un papel de comparsa.

La política turística

En varias ocasiones esta columna se ha referido a la casi coincidencia del Govern y el sector turístico, al menos con los empresarios más potentes. El éxito es, sin duda, atribuible tanto a la presidenta, Francina Armengol, como al titular de la Conselleria del ramo, Iago Negueruela. La sintonía se ha vuelto a evidenciar en la feria turística de Madrid, Fitur, donde los halagos eran mutuos; entre otras razones por los anuncios de importantes inversiones públicas con cargo a los fondos europeos. En este contexto, Més trata de capitalizar el discurso crítico contra el turismo. Lo cierto es que las posturas siguen demasiado distantes y antagónicas para alcanzar el consenso con respecto a la necesaria reconfiguración del turismo en Balears, mientras se sigue posponiendo el debate los problemas de base siguen creciendo. La planificación nunca ha sido uno de los puntos fuertes de nuestros políticos.