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Los gobiernos están para resolver problemas, no para crearlos. Pero desde que Pedro Sánchez gobierna son más los problemas que ha provocado que los que ha resuelto.

Esta es una legislatura en que se ha legislado mucho, pero al dictado de los partidos independentistas. Pero lo peor de todo es el deterioro de la credibilidad de algunas instituciones. Es vergonzoso como el Gobierno y sus aliados por un lado y el PP por otro vienen manoseando la Justicia. Es vergonzoso que la batalla por el TC se base en qué partido va a tener más miembros de su cuerda. Porque esa es la pelea de fondo tanto para la elección de magistrados en el TC como para la renovación del CGPJ. Y se habla de las afinidades políticas de los posibles elegidos como un desparpajo preocupante.

O sea, que depende de quienes resulten elegidos sabremos de antemano qué va a decidir el Alto Tribunal en las cuestiones que se le planteen. La última ley del aborto aprobada, y recurrida, será o no constitucional en función, no de si se ajusta a lo que dice la Constitución, sino a las simpatías políticas de los magistrados. Y como esa ley todas las demás. Si los independentistas vuelven a hacer de las suyas e intentan proclamar una República o desconectarse del resto del Estado, podrán conseguirlo en función de quién tenga más magistrados de su cuerda en el Alto Tribunal.

Necesitamos poder confiar en el TC y no saber de antemano lo que éste va a decidir en función de qué partido haya conseguido nombrar a más jueces de su confianza. Los jueces no deberían ser de la confianza de ningún partido sino de la ley y, en el caso del TC, tomar decisiones en función de lo que marca la Constitución, no de lo que le interesa a Pedro Sánchez o a Núñez Feijóo.

Falta un año para que se celebren elecciones generales y se antoja un año muy largo. Pero a pesar de todo: Feliz Navidad.