El pasado domingo, en Barcelona, el presidente del Gobierno reconoció que la derogación del delito de sedición, la rebaja de la malversación o los indultos tenían su riesgo pero que se trataba de normalizar la relación con Catalunya. No, no se trata de Catalunya. El problema es el independentismo y mirando a él, el presidente quiso dar a su intervención un tono casi épico. Asumimos riesgos pero es por el bien de todos. Es cierto que el Gobierno asume riesgos, pero en este vértigo no hay la menor épica en su acepción de acto heroico. No hay épica porque el Gobierno, con su presidente al frente, carece de toda credibilidad. Si algo ha quedado instalado, es que en el fondo prevalece más que ninguna otra cosa el afán de garantizarse el poder tanto en lo que queda de legislatura como para una eventual y futura investidura.
Riesgo sin épica
Palma17/12/22 0:29
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