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Tempus fugit, en un suspiro y otro artículo nos plantaremos en 2023. Afortunadamente es un año electoral porque muchos, o al menos yo, necesitamos iniciar un nuevo ciclo. Atrás quedará la COVID que se ha comido parte de esta legislatura y que ha dejado una factura económica muy alta y sobre todo unos efectos sociales, mentales y psicológicos que ahora empiezan a salir a la luz (empezamos a visibilizar y afrontar los suicidios). Hay mucho por superar y por transformar y pienso que a ello deberían dedicarse los propósitos personales y también cualquier empresa colectiva. Para que lo segundo triunfe es necesario que lo primero cambie y para que esto ocurra es imprescindible sentar unos objetivos que, además de ilusionar, alcancen y muevan a la mayoría. Aunque pueda parecerlo no ha sido así estos últimos años donde nos hemos instalado en combates de minorías que han intentado apoderarse de un sentir general que tampoco existía.

Hemos estado, tal vez seguimos, demasiado instalados en la supervivencia y eso da poco margen al altruismo. Incluso me atrevo a decir que la poca solidaridad que ha existido ha estado movida por el egoísmo y el interés particular (destacando la captura del voto). Debemos entrar en el nuevo ciclo plasmando unos objetivos claros y entendiendo qué queremos y qué evitaremos mientras recorramos el camino. Este marco temporal dio título a la jornada turística que celebramos hace dos semanas: Transformant Sa Pobla 2023-2027 porque quienes la organizamos y asistimos entendemos que vienen unos años fundamentales y que el futuro nos exige resultados ante debates que han podido prolongarse más o menos en el tiempo.

Los municipios, por ser los más próximos y accesibles, son los primeros que deben atraparnos por sus palancas de cambio y mejora. Va en sintonía con aquello de actuar en lo local y pensar globalmente, siendo ambos –actuar y pensar– correctamente combinados si queremos que la próxima legislatura sea totalmente diferente a lo vivido. Puede que cuatro años no sean suficientes para dar todos los frutos, pero sí bastan para entender que se ha iniciado una transformación y que el cambio va a producirse. Son muchas las cuestiones que necesitan un replanteamiento y, posiblemente, se han ido enumerando durante estas colaboraciones que son hitos temporales y que dejan constancia de un tiempo que pasa sin perdonar los errores. Porque estos requieren una doble inversión de tiempo y esfuerzos, cuando se fraguan y posteriormente cuando hay que enmendarlos.

Los próximos cuatro años nos van a pedir un mejor uso de los días y las oportunidades y ello exige cambiar nuestra mentalidad para poder alcanzar el beneficio común. Creo que lo vamos a conseguir si votamos a aquellos que no nos engañen y verdaderamente quieran propiciar nuevos rumbos. Vale la pena estar ilusionados, será sanador formar parte de ese espíritu transformador y hacerlo desde la mentalidad más optimista y comprensiva. Que la inminente Navidad nos inspire. Bon Nadal!