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El año pasado más o menos por estas fechas, y me acuerdo porque estaba haciendo una limpieza navideña, me pareció notar que algunos azulejos del baño, cerca del espejo del lavabo, estaban algo abombados. A la vista era imperceptible, pero lo noté con el tacto al pasar la bayeta, y luego con las yemas de los dedos para asegurarme. Soy muy bueno con el tacto, como un ladrón de cajas fuertes retirado, o un restaurador de miniaturas medievales. Y sí, un grupo de azulejos blancos se curvaban ligeramente, igual que el espacio-tiempo en ciertas singularidades astronómicas, formando una leve protuberancia hacia el exterior, como si en esa pared hubiese algo intentando salir. También podría ser un fenómeno gravitatorio, o un alicatado chapucero durante la construcción del edificio, acaso por el magro sueldo del alicatador, pero me quedé con la primera impresión de que algo en el interior de la pared pugnaba por abrirse paso. Durante algunas semanas, y aprovechando que estaba al lado del espejo, observé la hinchazón casi a diario, pasando la palma de la mano, pero como no cambiaba ni hacía nada digno de mención, poco a poco me fui olvidando del asunto. Comprenderán ustedes que no me puedo pasar la vida vigilando la pared del cuarto de baño, por si acaso. Hasta que allá por el mes de mayo, fechas de la limpieza de primavera, no sólo la perturbación de la pared, claramente abombada, se veía a simple vista, sino que detecté varias grietas finísimas en los azulejos, una de las cuales me atacó al pasar el dedo, ya que la cabrona cortaba como una cuchilla de afeitar. Descarté definitivamente el fenómeno gravitatorio, y aunque el alicatado defectuoso, así como el paso del tiempo, eran ya bien visibles en la pérdida de esmalte en las junturas, y pequeños descorchados aquí y allá, no por ello deje de pensar que dentro de esta pared hay algo pugnando por salir; al contrario, me reafirmé en la idea. Por la curvatura del espacio-tiempo, por el abombamiento. Salvo que ahora lo miraba con prevención (me había mordido), y al lavarme las manos me mantenía a prudencial distancia. Pero ayer encontré pedazos de cerámica en el suelo, como si algo hubiese estallado. A ver qué pasará ahora.