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El 1 de diciembre de 2019 arrancó en Alemania el llamado ‘camino sinodal’, liderado entonces por el cardenal Marx. En estos días, una representación de los obispos germanos ha estado en el Vaticano. La delegación ha sido recibida, entre otros, por el cardenal Luis Ladaria, mallorquín, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, antes Santo Oficio. A este organismo corresponde, después del Papa, determinar cuáles pretensiones son conformes a la doctrina católica y cuáles no. Tras una detenida lectura de los documentos presentados por los representantes del ‘camino sinodal’ Ladaria ha lamentado: «Los textos presentan a la Iglesia como si fuera una estructura de poder meramente represor». Dos puntos, subraya, son definitivos y no negociables: Uno, la energía sexual existe solo con vistas a la reproducción la cual, obviamente, no puede darse entre personas del mismo sexo. Dos, las mujeres no pueden acceder al sacerdocio, y, por tanto, tampoco pueden decir misa, no pueden traer a Jesucristo al pan, no pueden consagrar. De alguna manera, y aunque las posturas son diversas dentro del ‘camino sinodal’, da la impresión de que cuando menos, se pretende diluir, si no abolir, el papel del Papa y proceder a una toma de decisiones horizontal, ‘democrática’. De momento, el Papa no contesta. Los ha recibido Ladaria, pero no el Pontífice. Mathias von Gersdorf, comentarista católico supone que Francisco está «irritado». Yo creo que está meditando. Se trata de un peligro cierto, en todo caso, se calcula que mil personas, cada día, abandonan la Iglesia católica en Alemania pero contra ese mal tenemos la promesa de Cristo «tú eres Pedro, sobre esta piedra levantaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».