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Justo hace una semana, abogué por un pacto de buenas maneras. Entonces no se había producido el fuego y el humo de los últimos días que ha superado con creces todas mis previsiones. Ahora, el clima es irrespirable encontrándonos con la triste paradoja de que los espectáculos que estamos viendo y que no es necesario detallar puesto que son bien conocidos por lamentables, nos indican que, al menos parte de nuestros responsables políticos están muy lejos de la gente común.

La gente común habla de política sin recurrir a argumentos personales como ha hecho Vox y, desde luego, la gente corriente no achaca al otro de promover la cultura de la violación como ha hecho la ministra de Igualdad dirigiéndose al PP. La gente común es mucho más civilizados, más educados y más realistas de lo que se creen los extremos. Fuego y humo en el Congreso y en el Gobierno de coalición que nos está dando tardes de gloria. Aprobados los Presupuestos, se ha dado rienda suelta a las diferencias en asuntos sensibles y así a Marlaska se le deja solo frente al problema de la valla y así Irene Montero lanza la especie de que el PSOE pactará con el PP para cargarse la polémica y errónea ley del ‘solo sí es sí’. Ya no importa que haya fuego y mucho menos que se vea el humo pero que nadie se lo tome demasiado en serio.

No será necesario llamar a bombero alguno. El fuego y el humo del Gobierno, que es el importante, no va a destruir estructura alguna, no se va a producir ruptura, entre otras cosas, porque a ambas partes les conviene que se perciban las diferencias. Lo malo, además de tener un Gobierno que parece un patio de colegio, es que no nos van a dejar descansar. Que van a seguir así y que el presidente, responsable de las decisiones de Moncloa, no va a mover una ceja. No lo hará hasta que le convenga hacerlo y entonces hablará con su ministra de Trabajo y pactarán la ruptura, y Sánchez lo hará en la certeza de que quienes ahora le apoyan lo seguirán haciendo después de las elecciones generales.