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Dicen las encuestas que el efecto Feijóo se deshincha y no me extraña. Les pasa a muchos políticos que han triunfado en su tierra pero que, en cuanto llegan a Madrid, parecen más perdidos que un pulpo en una garaje y eso que él estuvo una temporada ocupando cargos públicos de cierta relevancia. Creo que entre sus virtudes está la de ser un político templado, que puede llegar a ser transversal, amén de bien preparado y con un talante abierto y discreto a la vez. Pero para ser candidato a presidente le hará falta algo más.

Lo primero es tener un programa y lo segundo un buen equipo. Y en mi opinión, no se ha rodeado de un equipo en el que se pueda visualizar a los ministros del mañana. Sí, ya sé que en este país se ha devaluado bastante lo de ser ministro, solo hay que echar un vistazo a quienes vienen ocupando carteras en los últimos años, pero por eso los ciudadanos esperan que el candidato del PP se rodee de un equipo solvente, y no de apparátchiks del partido, o al menos no solo. Es verdad que cada día que pasa parece que Pedro Sánchez se empeña en perder las próximas elecciones, y que hay un cansancio generalizado en la ciudadanía ante la extrema debilidad del presidente convertido en un rehén en manos de quienes quieren acabar con nuestro sistema constitucional. Pero falta un año para que se celebren las próximas elecciones generales y un año da para mucho.

Entre otras cosas para que Sánchez continúe equivocándose pero también para que se saque alguna paloma de la chistera que entretenga al personal. Y este año es tiempo más que suficiente para que Nuñez Feijóo fije su posición, explique su programa, y sobre todo se comprometa ante los ciudadanos a revertir algunas de las políticas del actual Gobierno. A eso debería de añadir la presentación de un equipo tan potente como solvente, que son las dos caras de la misma moneda.