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Los tópicos, como los conejos y las acelgas, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Esto último no es del todo cierto, pero lo decimos por respeto al tópico y porque algunos de mucho éxito, tras repetirse durante varios miles de años, se reproducen precisamente cuando mueren, subdividiéndose en docenas de tópicos similares, y no es seguro que eso sea morirse. Más bien parece una forma de inmortalidad, en el sentido en el que puedan serlo las malas hierbas. Mala hierba nunca muere, dice el tópico. Otros tópicos eternos incluso logran evolucionar y cambiar totalmente de sentido, sin por ello dejar de ser la misma mala hierba. Lo que explica que la cifra planetaria de tópicos, en todas las lenguas y culturas, no deje de multiplicarse sin que varíe el núcleo de tópicos fundamentales, que se remonta a la noche de los tiempos. Con los tópicos también opera el principio de indeterminación (incertidumbre) de Heisenberg, lo que hace difícil elaborar un muy necesario Diccionario universal de tópicos. Yo lo intenté durante años, hasta dejarlo por imposible ante la indeterminación creciente de su número. Cuanto más anotaba, más me faltaba por anotar, ya que los tópicos se reproducen normalmente mediante palabrería y patrañas. He calculado que actualmente el 78 % del contenido de las conversaciones corrientes son tópicos, y si se trata de una discusión sobre temas de género (hombres, mujeres, amores y tal), ese porcentaje puede elevarse fácilmente al 92 %, que es el tope registrado en los discursos políticos. Porque tópicos hay en todas partes, como mosquitos en una charca insalubre, y ni vale la pena clasificarlos. Políticos, culturales, sexuales, nacionales, literarios, morales… Abundan cada vez más los libros, de ensayo o ficción novelesca (sobre todo de misterio), compuestos íntegramente a base de tópicos, también las pelis (tópicos audiovisuales). Se nota que es material destinado a uso tópico, como pomadas medicinales en la segunda acepción de la palabra tópico del diccionario. De ahí su éxito multitudinario; la gente enseguida reconoce lo que lee, y lo entiende a la primera. Para eso precisamente sirven los tópicos. Arremeter contra ellos es un tópico muy antiguo.