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La aparición de Vox ha resquebrajado los cimientos del PP. Acostumbrados a una dinámica en la que acercarse al centro le proporcionaba sus mejores resultados electorales, el PP ha ido navegando entre posiciones más derechistas o más moderadas en función de sus expectativas electorales. Eso explica que José María Aznar hablase catalán en la intimidad y acercara a presos de lo que él mismo denominó ‘Movimiento vasco de liberación’ a que, en la segunda legislatura y ya con mayoría absoluta, se quitara la careta y gobernara imponiendo su criterio sin buscar pacto alguno. Siendo como es un partido en el que conviven derechas moderadas, cada vez más minoritarias, con posicionamientos de extrema derecha que hasta la llegada de Vox no tenían opción mejor que votar, se ha encontrado con que, por primera vez, se le pueden escapar votos por la derecha. El debate está abierto entre quienes quieren mantenerse fieles a seguir pescando en el caladero del centro político y quienes temen que todo lo que puedan ganar moderando el discurso lo pierdan con un trasvase de votos a Vox. Entre estos últimos está buena parte del aparato del partido que usa a Isabel Díaz Ayuso como ariete para resquebrajar la puerta de La Moncloa. Las mentiras, falsas verdades e insultos que Ayuso utiliza en su enfrentamiento directo con el Gobierno de Pedro Sánchez, escritas por Miguel Ángel Rodríguez el otrora secretario de Estado de Comunicación con Aznar, contentan al aparato más radical del PP, pero alejan al partido de aquel centro que le dio tantos triunfos electorales. Pablo Casado tuvo que nadar entre esas dos aguas cuando fue César en el imperio del PP y se ahogó, o mejor dicho, le ahogaron aquellos a los que él mismo había aupado, como la propia Ayuso, a la que el papel de Bruto le va a las mil maravillas. Y en eso llegó Alberto Núñez Feijóo, acostumbrado a navegar a su antojo por las tranquilas rías gallegas, pero poco avezado para sobrevivir en las turbulentas aguas del peligroso océano de Madrid. Su aura de político experto y moderado está haciendo aguas y, de no dar un rápido y enérgico golpe de timón, puede acabar en un nuevo y estrepitoso naufragio. Con el bloqueo del CGPJ y las incendiarias declaraciones de Ayuso le están haciendo un Casado y no responde, quizá porque no se atreve, no sabe cómo hacerlo, no encuentra aliados que le ayuden a maniobrar o, simplemente, porque considera que gobernar solo es mantenerse aferrado al timón. El fondo del proceloso mar del PP está lleno de barcos hundidos. Todo un aviso a navegantes.