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El problema no es que los surfistas y los pelotaris vascos puedan disputar competiciones internacionales con el nombre de selecciones nacionales de Euskadi. En Inglaterra, en Gales y en Escocia hay selecciones de fútbol y de rugby que compiten en torneos internacionales y tal hecho no genera incertidumbre sobre la continuidad del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Aquí el problema se resume en pocas palabras: falta de lealtad constitucional. Inicialmente por parte del PNV, partido que desde su creación viene jugando a la sinécdoque política –confunden la parte con el todo porque en el País Vasco ni todos son nacionalistas ni todos quieren la independencia respecto de España. A esa deslealtad se suma Bildu, los albaceas de la organización terrorista ETA que proclaman abiertamente su separatismo. Y en esas estamos y la cosa no daría más que para evocar el clásico comentario sobre lo que Ortega refiriéndose al problema del separatismo catalán llamaba la ‘conllevancia’ de no ser porque quienes ahora impulsan esos símbolos de desconexión cuentan con el impulso del Gobierno. Un Ejecutivo cuya estabilidad parlamentaria le debe una parte sustantiva al apoyo de los partidos nacionalista vascos. Así quedó reflejado en la tramitación del proyecto de los Presupuestos. Trámite en el que no hubo enmiendas ni del PNV ni de Bildu, hecho que se explica como resultado de las concesiones otorgadas por el Gobierno. En el caso del PNV un cálculo del cupo muy favorable a los intereses del Ejecutivo vasco y en el de Bildu a la continuidad de la política de traslado de presos etarras a cárceles del País Vasco. Y, en interés de ambos partidos, la cesión en el asunto de la selecciones vascas de surf y de pelota.

Pedro Sánchez actúa como los geniales hermanos Marx en aquél episodio de la película Los hermanos Marx en el Oeste que quemaban la madera de los vagones del tren para que la máquina siguiera funcionando. En su caso, para seguir en el poder. Sobrevive entregando poco a poco lo que no es suyo.