Pedro Comas Barceló. | Joan Torres

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Han transcurrido dos años de su adiós, pero el tiempo resulta una cuestión particular en el caso de Pere Comas. Parece que no ha transcurrido. Un retrato suyo recibe cada mañana a los habitantes de la redacción de este diario, aunque la percepción real tiene más que ver con su legado que con el magnífico dibujo que lleva la firma de Pinto.

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Dos años después, la impronta periodística que dejó Comas continúa empapando esta casa. Su huella es indeleble, al igual que su forma de entender la profesión. Pasan los años, pero la cuestión es irrelevante, el influjo del director está incrustado en el ADN de la cabecera. Y eso nunca se borra. No te olvidamos compañero.