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Ignoramos si ya fue renovado en Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, si lo serán en breve o no lo serán nunca, porque cuando la semana pasada, tras la dimisión con cuatro años de retraso del infausto Lesmes (y de ninguno de los jueces rebeldes, o independentistas), el Gobierno pidió mucha discreción a fin de no entorpecer las obscenas negociaciones, decidimos pasar completamente del asunto, y ser no sólo discretos, sino por completo indiferentes. A estas alturas, tengo la satisfacción de comunicarles que me da igual el Poder Judicial. Si se renueva finalmente o todavía no, si son más conservadores o más progres, más o menos indepes, porque tras observarles durante cuatro años pasándose la Constitución por el forro de las togas, todo lo referente a sus asuntos me trae sin cuidado. Como si deciden no aceptar al jefe sustituto propuesto por Lesmes, y lo cambian por otro. Vale, estupendo, pues muy bien. Total, gobierne quien gobierne en España, la derecha lleva más de 25 años controlando el Poder Judicial, sobre todo cuando está en la oposición, y no veo yo que este bloqueo permanente del PP preocupe lo más mínimo a sus votantes ni a sus empresas mediáticas, ni mucho menos les castigue electoralmente; al contrario, les aplauden porque a falta de votos, buenos son jueces.

El PSOE, acostumbrado a este, por así decir, pegajoso engrudo judicial, se lo toma como una de estas cosas que pasan, las cosas de la vida, con cierta resignación fatalista. No es que no les gustara hacer lo mismo, y ser ellos los que manejasen a los jueces, pero lo intentan con desgana, guardando las formas y sin atreverse a llegar demasiado lejos (la derecha está comodísima cuando se pasa de la raya), y de ahí que soliciten discreción y secreto en las negociaciones. Si en un torneo a muerte uno de los contendientes implora discreción, y el otro amenaza a gritos, ya se pueden figurar quién gana. Los jueces, mientras, que aunque todavía no se elijan a sí mismos viven en un limbo judicial con leyes propias, aguardan con ojos soñolientos (signo característico de rango) al vencedor. Que siempre serán ellos.

A la mayoría de la gente le da igual, les trae al pairo el poder judicial. Y a mí, desde la semana pasada, también. Lo recomiendo. Seré discretísimo. Que hagan lo que les dé la gana.