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A veces me han preguntado cuál es la clave del éxito y para eso yo tengo una respuesta: encontrar a alguien que crea en ti. Desde luego hace falta tener talento y voluntad, no rendirse nunca, tener vocación, suerte... Pero cuando aunando todos esos detalles uno encuentra a alguien que cree en él, tiene abierta la senda del éxito. Luego tendrá que seguir trabajando, perseverar, esforzarse hasta el final, prescindir de los detractores, de los que no comprenden su obra, de los indiferentes, de los que le envidian, de los que solo quieren sacar provecho de su persona; pero ahí está el camino a seguir, la oscura senda del éxito.

Al decir esto me viene a la memoria el caso de la película Cinema Paradiso, estrenada en 1988 y que ganó el Oscar a la mejor película en habla no inglesa. El guion y la dirección es de Giuseppe Tornatore, que hizo con esta película un retrato entrañable de la Italia de posguerra –retrato que dicho sea de paso se parece mucho a la España de la época– a través de su amor por el cine. La película fue revisada por el director antes de que obtuviera el éxito. Fue cuando encontró a alguien que creyó en la película. Cinema Paradiso funcionaba en una sala de Mesina, la ciudad siciliana situada frente a Reggio di Calabria, en la punta de la bota de la península de Italia. El cine se llamaba Aurora, y su gerente, Gianni Parlagreco, había creído en el filme. También le apoyó el crítico Franco Cicero. Ambos eran sicilianos, como los protagonistas de la película, y Gianni Parlagreco se había identificado tanto con aquella historia, había creído tanto en ella que dejaba entrar a la gente sin pagar la entrada, con la condición de que la abonaran al final solo si la película les había gustado. Recaudó más de la mitad de los beneficios que la película obtuvo finalmente en toda Italia. Con la experiencia del Cinema Aurora y con el entusiasmo que su obra inspiraba en su gerente, Giuseppe Tornatore revisó el largometraje que entonces sí obtuvo el éxito y llegó a ganar el Oscar. Lo dicho, la clave del éxito está en encontrar a alguien que crea en ti. Una sola persona basta.