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Desde el ‘No a la guerra’ de los Goya de 2003 han pasado casi veinte años, veinte años en los que el cine español se ha visto vapuleado, insultado, menospreciado y ninguneado por gentes y medios afines a la derecha y la extrema derecha de este país. Que si es «malísimo», que si solo habla de la Guerra Civil, que si vive de las subvenciones, que si los del cine son unos aprovechados, que si no interesa a nadie, o en un alarde de supina ignorancia y desbordante mala leche, diciendo sin vergüenza ni rubor que el problema del cine español es su falta de calidad (exministro Montoro dixit). En veinte años han sido muchos y variados los desplantes y menosprecios que el cine español ha tenido que aguantar de estos salvapatrias de salón y patriotas de bandera que ignoran o desprecian en su ceguera política que una industria como la del cine da más dinero del que recibe, crea miles de empleos, potencia la imagen de la marca España y que ayuda a que la cultura pueda llegar a millones de hogares anegados de concursos, voces y cocinas.

Y, sin embargo, a lo largo de estos casi veinte años de aguantar insultos en esta, su santa patria, nuestro cine no ha dejado de recibir muchos de los premios más importantes del mundo: 6 estatuillas y 25 nominaciones en los Oscar de Hollywood, varios Globos de Oro, Baftas, Copas Volpi, y hasta el Oso de Oro de Berlín del año pasado tras casi cuarenta años sin lograrlo. Eso son datos, que diría Yolanda, como también lo son que el cine español recibe dos, tres y hasta seis veces menos ayudas que el que recibe la industria cinematográfica en países de nuestro entorno como Italia, Alemania o Francia.

En un alarde de estulticia flagrante, esos voceros de la difamación y la mentira llegan a argumentar como verdad infalible que el cine español es malo porque en España hay películas que recaudan menos que las subvenciones que reciben, como si dinero y arte fueran sinónimos. Supongo que para ellos Van Gogh, Rembrandt o El Greco no fueron artistas porque murieron arruinados.
La pandemia ha hecho mucho daño al cine, al patrio y al otro, alejando de las salas a más de la mitad de los espectadores que tenía en 2019. Pero el cine, nuestro cine, no se rinde y ha sabido sacar este año una de las mejores cosechas de su historia. Películas de gran presupuesto como ‘Los renglones torcidos de Dios’ o pequeñas y humildes pero enormes como ‘En los márgenes’, ‘As bestas’ o ‘Cinco lobitos’ dan buena fe de ello. Vayan a verlas, apoyen nuestro cine, no dejen que ellos se salgan con la suya.