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Entre las medidas anunciadas a bombo y platillo por la presidenta del Govern, Francina Armengol, destinadas a mejorar la sanidad balear, se encuentra la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales para todo el personal sanitario, adecuándola así al resto de funcionarios autonómicos, algo que es de justicia, que queda muy bien en la tribuna del Parlament, pero que, en la práctica, hoy por hoy, es inviable y todos lo saben, ella la primera, especialmente en el caso de facultativos y profesionales de enfermería, porque el déficit en ambos colectivos es tan grande que las posibilidades de ampliar las plantillas son muy reducidas.

Y si en los hospitales la situación es muy difícil, en Atención Primaria es desastrosa, hasta el punto de que la falta de médicos está provocando esperas de hasta 16 días en algunos centros de salud, lo que obliga a muchos pacientes a acudir a los servicios de Urgencias hospitalarios, con el colapso que ello supone. Pero, Armengol prefiere «vender humo, porque sabe que sus promesas son imposibles de cumplir.