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Las noticias sobre los Presupuestos, al menos en Baleares, son como un castillo de fuegos artificiales. Todo es color, explosiones y asombro, mientras se ilumina el cielo. Puede que esté bien este coctel de analgésicos, entre estatal y autonómico, como alivio temporal en algunos asuntos. Veremos cuánto dura su efecto y cuanto nos cuesta más adelante. A estas alturas ya sabemos que hay que estar alerta, no entusiasmarse demasiado y leer la letra pequeña o incluso la invisible.

Por eso, el movimiento pensionista insiste en su cita en Madrid el 15 de octubre, en defensa de pensiones dignas. No sea que embobados mirando al cielo iluminado o al suelo en busca de las migas de pan que caen de la mesa de los señores, éstos se den un banquete con nuestros derechos y nos encontremos con las pensiones privatizadas y en manos de fondos de inversión y de bancos, que no dudarán en arriesgarlas en sus movimientos de capital financiero y en sus criminales juegos de guerra, empobreciéndonos mucho más.

¿Cuánto tardará la inflación en tragarse el alivio de cualquiera de estas medidas paliativas? Por no decir que ya lo ha hecho. El IPC medio, previsto para la subida de las pensiones, no es el IPC real; muchas pensiones siguen estando por debajo del salario mínimo interprofesional y las mujeres son las más afectadas, porque sin trabajo valorado y remunerado dignamente no hay pensión digna y la precariedad laboral se abre camino a zancadas. Mejor ponemos la mirada sobre la mesa del banquete.