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Ni los gobiernos, incluidos el catalán y el británico que son naturalmente los más democráticos, ni los políticos en general, se equivocan jamás ni tienen errores de cálculo o ejecución, tampoco los numerosos expertos que les asesoran. Puesto que estamos en la era de la comunicación, todos los fracasos, y mira que los hay, obedecen siempre a meros errores de comunicación. El temido CEC, o Calamitoso Error de Comunicación. No hemos sabido explicar esto o lo otro, no logramos poner en valor (comunicar) nuestros logros, no se ha entendido lo que queríamos dar a entender. Esto ya les ha pasado toda la vida a los filósofos, y quizá a los poetas (¡poetas con errores de comunicación!), pero debido a la importancia exagerada y fuera de lugar que en estos tiempos adquiere lo referente a la comunicación, ahora se nota mucho más. Antes un individuo comunicaba media docena de cosas al día, y triviales, mientras que ahora evacua mensajes a cientos, y los recibe a millares. Antes, un rey o gobernante no tenía que comunicar absolutamente nada, salvo pompa, esplendor y poderío, y ahora debe estar en perpetua comunicación pública, y emitir no sólo grandes ideas y proyectos, sino sobre todo, emociones y sentimientos a raudales, que son la base de la comunicación actual. Normal que cada dos por tres, de manera fortuita y pese a los esfuerzos de los expertos comunicadores, salte de pronto el CEC. Calamitoso error de comunicación, también llamado por los técnicos Error 001, que es cuando las artimañas, manipulaciones y trolas del comunicante no cuelan, y en definitiva, se le ha visto el plumero. Lo que constituye un CEC como una casa, pasto de humoristas gráficos. Y sin embargo, todos los gobiernos y grupos políticos, así como la mayoría de gente, prefieren confesar un CEC a reconocer fracasos o errores de juicio. «Yo no quería decir eso», se disculpaba el pobre capullo antes de que existieran los CEC. Ahora es mucho más fácil. Mencionas el error de comunicación y todo se explica; de fracaso nada. Menudo hallazgo semántico, esto de los CEC. Notarán que no he destacado, con afán burlesco, ningún CEC clamoroso. Ni del Gobierno ni de la oposición. Sería un error de comunicación.