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Para la derecha global, bajar los impuestos es el plan para todo, el remedio de todos los males, incluidos los sentimentales, el único punto de sus programas electorales, y si para lograr una bajada récord hay que hundir la libra, como hizo la premier británica Liz Truss (espantando hasta al FMI), se la hunde y listo. Dado que ya llevan décadas bajándolos, y ni las grandes fortunas ni las empresas transnacionales pagan nada desde hace tiempo, ni tampoco las billonarias operaciones bursátiles de cada día, siendo así que cada vez que un euro cambia de mano el Estado correspondiente se lleva su parte (de un euro, no de mil millones de euros), podríamos preguntarnos qué hará la derecha cuando no queden impuestos que bajar. ¿Disolverse? No, hará exactamente lo mismo, porque la fiscalidad es el reino de la fantasía, con hadas, elfos, ogros, magos de las finanzas, etcétera, y cualquier prodigio no sólo es posible, sino de lo más normal. Basta decir la palabra mágica (fiscalidad), y se entra en otro mundo donde todo es fantasía, y hasta el más gilipollas puede lanzar conjuros y vender talismanes sin que pase nada. Semanas llevamos ya sin hablar de otra cosa, todas las polémicas políticas son fiscales, y mientras unos, digamos el Gobierno, quieren bajar esto y lo otro, pero subir aquello y lo de más allá, otros insisten en bajarlo todo, aprovechando que no están gobernando y la realidad no les afecta. En realidad, la realidad jamás afecta a la fiscalidad, y las batallas fiscales, que la prensa nos cuenta a diario, también son batallas de fantasía. Cada cual dice, anuncia y promete lo que le da la gana, puesto que se trata de un cuento de hadas, y si al día siguiente anuncia lo contrario con mucha fanfarria, agitando espasmódicamente la varita mágica, pues bueno, estupendo. Para eso sirven las fantasías, para que el héroe mate dragones, salve princesas y todos sean felices y coman perdices. Cierto que también suelen contener alguna moraleja aleccionadora, y qué mejor moraleja que convertir los impuestos en un mundo fantástico donde cualquier anuncio es posible. Porque total, como buena fantasía bíblica, al que tiene se le dará, y al que no tiene aún se le quitará.